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A casi todos los profesores de filosofía de las Universidades de Alemania los pone él como chupa de dómine, tratándolos de envidiosos, de plagiarios, de necios y de tan interesados que encubren la verdad y enseñan la mentira por miedo de perder la posición y el salario que reciben.

5 En verdad pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandiosos apóstoles. 7 ¿Por ventura pequé humillándome a mismo, para que vosotros fueseis ensalzados? Porque os he predicado el Evangelio de Dios de balde. 8 He sacado de las otras Iglesias, recibiendo salario para ministraros a vosotros. 10 Es la verdad del Cristo en , que esta gloria no me será sellado en las partes de Acaya.

Citaremos por último á título de curiosidad, como médicos «especialistas» para que se vea que no es nueva la distinción que hacemos hoy de ellos, á Maestre Fernando cirujano de la Ciudad que reclamaba en 1459 que le pagasen su salario por los servicios que prestaba á la misma, entre ellos, el de ir á la guerra .

Viendo, pues, don Quijote que Sancho hacía burla dél, se corrió y enojó en tanta manera, que alzó el lanzón y le asentó dos palos, tales que, si, como los recibió en las espaldas, los recibiera en la cabeza, quedara libre de pagarle el salario, si no fuera a sus herederos.

-No creo yo -respondió don Quijote- que jamás los tales escuderos estuvieron a salario, sino a merced. Y si yo ahora te le he señalado a ti en el testamento cerrado que dejé en mi casa, fue por lo que podía suceder; que aún no cómo prueba en estos tan calamitosos tiempos nuestros la caballería, y no querría que por pocas cosas penase mi ánima en el otro mundo.

1 Mirad que no hagáis vuestra limosna delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis salario acerca de vuestro Padre que está en los cielos. 3 Mas cuando des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha; 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en secreto, él te pagará en público.

Si gasta más de lo que tiene, si evita el trabajo honesto y resuelto que proporciona su salario, en seguida se pone a soñar en la posibilidad de encontrar un bienhechor, un tonto a quien sabrá halagar, a fin de poder usar su influencia en su favor, en imaginarse un estado de espíritu posible en alguna persona probable que todavía no ha dado señales de aparecer.

Corrales asegura que en una historia de la jornada que D. Álvaro escribía en la torre, auxiliado de este capellán, llamado Carnero, tenía puesto que le ofrecieron el gobierno de Egipto con 50.000 ducados de salario, si renegaba de la fe cristiana. Créaselo quien quisiere, añadía.

Que le prometían el gobierno de la provincia de Ejito con 50.000 ducados de salario, porque se tornase turco, y que D. Alvaro le había respondido que aunque todos los Reyes cristianos de toda la cristiandad se tornasen turcos, él solo quedaría á morir por la fe de Cristo, y ansí lo tiene escrito de su mano en una historia que tienen hecha los dos del progreso desta jornada.

Así que, desde hoy en adelante, nos hemos de tratar con más respeto, sin darnos cordelejo, porque, de cualquiera manera que yo me enoje con vos, ha de ser mal para el cántaro. Las mercedes y beneficios que yo os he prometido llegarán a su tiempo; y si no llegaren, el salario, a lo menos, no se ha de perder, como ya os he dicho.