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Tradición es, y aun lo afirman algunos historiadores autorizados, tales como Méndez Silva y Mariana, que el primer reloj de torre que se conoció en España lo tuvo Sevilla y que éste se instaló en 1400.

Don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació en Sevilla, según tradición falta de pruebas, en la calle de Gorgoja: fue su padre Juan Rodríguez de Silva, oriundo de Portugal, pero nacido y avecindado en Sevilla, y su madre D.ª Jerónima Velázquez : se le bautizó en la parroquia de San Pedro el 6 de Junio de 1599.

Por entonces tenía taller abierto Herrera y contaba con frecuentes encargos, habiendo hacia 1613 acudido á recibir sus lecciones don Diego Velázquez de Silva, que á la sazón contaba catorce años, pero que pronto tuvo que separarse de tal maestro, dicen, por la violencia de su carácter, poco apropósito para dedicarse á la enseñanza.

En 1609 D. Juan de Silva visitó la costa N. de Mindanao á fin de reprimir las excursiones de los caragas á pintados, fundando el fuerte de Tandag, donde dejó artillería y numerosa guarnición.

Este gran caballero, que se inclina A la leccion de los poetas buenos, Y al sacro monte con su luz camina, DON FRANCISCO DE SILVA es por lo menos: Qué será por lo mas? O edad madura, En verdes años de cordura llenos! DON GABRIEL GOMEZ viene aqui, segura Tiene con él Apolo la vitoria, De la canalla siempre necia y dura.

D. Juan de Silva, en una carta política dirigida a D. Cristóbal de Moura, habla así de aquella digna rival de Felipe II: «Los cuarenta y dos años que la reina de Inglaterra ha gastado en servicio del mundo, serán en su género la cosa más notable que se halle escrita, porque no teniendo más ayuda que la de nuestros pecados, y la de su consejo, ha salido con hacerse amar y temer en su reino más que todos sus predecesores.

Así el infante D. Pedro; García de Santisteban, compañero del Infante y narrador de sus viajes por las siete partidas del mundo; el gran Fernán Méndez Pinto, cuya veracidad se va limpiando de sospecha conforme se conocen mejor el Asia Central y el extremo Oriente; Pedro Texeira, que nos describió la Persia; el eminente geómetra y cosmógrafo Pedro Núñez; el astrónomo Silva Freire y bastantes misioneros y médicos, escritores y á menudo peregrinos, que nos han informado de la fauna, de la flora y de las lenguas, usos, religión y costumbres de tierras y naciones remotas.

Silva mandó a uno de los suyos a que viera si nuestra cámara estaba cerrada, y cuando el otro volvió diciendo que lo estaba, murmuró: Estos bárbaros son capaces de todo. Desde el ventanillo de la puerta oímos durante toda la noche los cantos de los marineros y la algarabía de los chinos. Nos sustituímos para hacer la guardia; aunque nadie pudo dormir, estuvimos tendidos, descansando.

Que allí entregó la carta al soldado Ramírez; que éste pasó con ella disfrazado de indio á la del cacique, llamado Limay, ocho leguas mas adentro, y que de allí dió la carta al indio, nombrado Quaripangui, para entregarla á los españoles que distan diez leguas hácia la Cordillera: obligandose, en fuerza de lo que se le gratificaba, á volver con la respuesta dentro de un mes, añadiendo el soldado haberse visto en grande peligro, á causa de un grande trozo de indios que llegaron á lo del citado cacique Limay, con el fin de quitarle la vida, porque sabian ser su solicitud el descubrimiento de los españoles, segun lo que habia dicho otro soldado, nombrado Marcelo Silva, al cacique Pallaturreo, y otros, y que todos estaban alborotados con este motivo.

Cayó enfermo el 25 de agosto de 1634, y falleció cristianamente en medio de su familia y amigos, entre los que no faltaba el Duque de Sessa, el día 27 del mismo mes. Cuatro días antes aún había compuesto un soneto y una silva titulada El Siglo de oro. El mismo Montalván refiere los pormenores de su solemnísimo entierro y de los varios funerales celebrados en sufragio del alma del poeta.