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Lo cierto es que le has puesto la casa, la has visitado y te has divertido en grande con ella. ¡Vaya una conciencia la tuya, vaya una manera de pagarle su fidelidad, tirando por el suelo la que me debes a !... ¿Qué moral es esta? No escamotees la verdad. Esa mujer es una bribona, y serías un simple si no fueras también un solemnísimo pillo.

Por el amor de Dios, no se ría, y considere que estando obligado a referirle los sucesos, como se los he referido al principio de la carta, no podía dejarlos sin la salsa de lo que añado al relato, so pena de quedar usted sumido en más hondas confusiones, o de tomarme por un solemnísimo embustero; porque, verdaderamente, el caso de arriba resultaría increíble sin la explicación de abajo, para todo el que me haya conocido como usted me conoció.

De repente levantose Estupiñá el grande, copa en mano, y no puede formarse idea de la expectación y solemnísimo silencio que precedieron a su breve discurso.

Este varón solemnísimo había sido en su mocedad pastor de vacas, al servicio del duque de Somavia. La duquesa continuaba tratándole como criado. Los Somavia, merced a sus influencias, le habían hecho obispo. Provenía de la Orden dominicana.

Le hacía gracia su osadía, su rudeza, su glotonería y el modo insolente y despreocupado que tenía de tratar a todo el mundo, incluso al alto y poderoso señor de Quiñones. Manín era un solemnísimo bellaco.

Cayó enfermo el 25 de agosto de 1634, y falleció cristianamente en medio de su familia y amigos, entre los que no faltaba el Duque de Sessa, el día 27 del mismo mes. Cuatro días antes aún había compuesto un soneto y una silva titulada El Siglo de oro. El mismo Montalván refiere los pormenores de su solemnísimo entierro y de los varios funerales celebrados en sufragio del alma del poeta.

Y, sin embargo, lo declaro ingenuamente: Pereda y yo nos hemos llevado en esta ocasión un solemnísimo chasco. Pedro Sánchez ha parecido, no ya a la masa de los lectores, sino a los críticos más agudos y perspicaces, la más novela entre las novelas de Pereda, la mejor compuesta y aderezada, la más grave y madura en el pensamiento, la más apasionada en los momentos de pasión.

Es lástima que no podamos dar a conocer en toda su extensión esta obra, que uno a sus gracias, el mérito de ser un precioso documento histórico, pues en ella está descrito con detalles mil el solemnísimo acto de la jura, y narradas las fiestas con que la monarquía quiso hacer memorable aquel suceso.

Llegado el de 1509, con ocasión del recibimiento de D. Fernando el Católico, que fué solemnísimo, hallamos ya introducidos nuevos festejos de que hasta entonces no hemos visto ejemplos, como fueron entre otros, la erección de arcos triunfales, costumbre importada de Italia á nuestro parecer, y las cucañas.

Gloriosa celebridad de España en el feliz nacimiento y solemnísimo bautismo de su deseado príncipe D. Felipe Próspero, hijo del gran monarca D. Felipe IV, y de la esclarecida reina Doña Mariana de Austria, escrita por Rodrigo Méndez Silva. Madrid. 1658. Descripción de las fiestas que se celebraron desde el 13 al 27 de diciembre de 1657.