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Allí va el Conde de Garcíes, Quesada y andaluz gallardo, el Marqués de Velmar , el Marqués de Tarazona, Conde de Ayala, Toledo y Fonseca, el Conde de Santisteban y Cocentaina y el Conde de Cifuentes, divinos ingenios; el Conde de la Calzada, y tras él, el Duque de Peñaranda, Sandoval y Zúñiga.

Así el infante D. Pedro; García de Santisteban, compañero del Infante y narrador de sus viajes por las siete partidas del mundo; el gran Fernán Méndez Pinto, cuya veracidad se va limpiando de sospecha conforme se conocen mejor el Asia Central y el extremo Oriente; Pedro Texeira, que nos describió la Persia; el eminente geómetra y cosmógrafo Pedro Núñez; el astrónomo Silva Freire y bastantes misioneros y médicos, escritores y á menudo peregrinos, que nos han informado de la fauna, de la flora y de las lenguas, usos, religión y costumbres de tierras y naciones remotas.

Madrid, imprenta de Tomás Minuesa, 1893. En 8.º, con CLXXIII-94 páginas, 3 pesetas. XI. Tres tratados de América 1.º Relación histórica, política y moral de la ciudad de Cuenca, población y hermosura de su provincia, por el Dr. D. Joaquín de Merisalde y Santisteban.

Los partidarios de los Salcedo derrotaron a las tropas del obispo, librando mal herido el corregidor Peredo. En estos combates, hallándose los de Salcedo escasos de plomo, fundieron balas de plata. No se dirá que no mataban lujosamente. Así las cosas, aconteció en Lima la muerte de Santisteban, y la Real Audiencia asumió el poder.

Era docto, virtuoso y laboriosísimo, y dice Cristóbal de Santisteban en el libro Mar de historias que le dedicó, que los dias del obispo parecian mas largos que las noches de Noruega, segun las cosas que hacia y despachaba.

A su encuentro salieron, más de una legua, las Marquesas de Mirabel y de las Navas, y la Condesa de Santisteban. «Ella muy bizarra, despechugada y desenfadada, entró mirando a los que caminaban delante y a los lados, a los coches que estaban parados y atestados desde el arroyo de Bernigal». Traía dos criados franceses, uno de los cuales dormía en el aposento de su ama; y «dio madama prendas de la grandeza de su animo no queriendo recibir ocho mil ducados que le presentaban de parte de S. M. ». La dicha duquesa añade el escrito de donde tomamos estos datos en todo se porta con mucha modestia, y Diego Velázquez la esta ahora retratando con el aire y traje francés ». Palomino, dice que retrató por aquel tiempo con «superior acierto, a una dama de singular perfección ». Nadie ha logrado averiguar si este retrato y el anterior son uno mismo, ni caso de que sean dos dónde han ido a parar.