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Doblado el recodo que forma la islita, pudimos apreciar las esbeltas y elegantes construcciones de la calzada de San Miguel; construcciones, que de día en día, van perfeccionando, hasta el punto, que vimos una, constituyendo un verdadero palacio á la moderna.

Y reíase de la otra buena vieja de la Pipota, que dejaba la canasta de colar, hurtada, guardada en su casa, y se iba a poner las candelillas de cera a las imágenes, y con ello pensaba irse al cielo calzada y vestida. No menos le suspendía la obediencia y respeto que todos tenían a Monipodio, siendo un hombre bárbaro, rústico y desalmado.

La altura contribuye mucho, pero sobre todo, su exposición a los vientos que entran silbando por dos o tres aberturas de los cerros circunvecinos. ¡Con qué placer lancé mi caballo al galope por la extensa calzada! Es una fruición sin igual para el que viene deshecho por el paso de la mula.

Una parte de ellos persigue á los fugitivos por el camino de Villoria; otros siguen á los que huyen por la calzada de Entralgo. Toribio desdeña esta persecución. Con el garrote en alto y dando feroces gritos, que resuenan temerosamente en el valle pasea su furor y su triunfo por todo el campo de la iglesia. Bartolo. Media hora después no quedaba un ser viviente en este campo.

Los edificios provisorios del pueblo, al que se sube por una calzada, son de construccion sencilla y de un solo piso. Por lo demás, nada tiene de notable esta mision; cuya industria no se diferencia de la de las otras misiones. El punto que ocupa San-Joaquin está cubierto de mineral en pepitas de hierro hidratado.

¡Desgraciadamente, hijo mío interrumpió don José no son exageraciones! Esos curas de canana y retaco, son iguales a los de la otra guerra. Aún recuerdo yo lo que hicieron don Basilio y Orejita, que eran dos cabecillas, el año 36 en la Calzada. Cerca de ciento veinte personas sacrificaron, hasta mujeres y niños, y ¿sabéis quién sirvió de ojeador? el prior de la Calzada.

Iba calzada con medias rayadas y zapatos bajos, mostrando en cada movimiento las enaguas muy blancas. Sin que incurriese en desvergüenza ni descaro, su figura resultaba tan gallarda y airosa como encantador era su rostro. Se presentó en escena con los ojos turbados del miedo; pero en la segunda salida, al terminar una tirada de redondillas, sonaron unos cuantos aplausos y perdió el temor.

Encontrábase Roelas en Madrid en 1616, y allí no pudo conseguir como deseaba la plaza de pintor de cámara de Felipe III, que se dió á Bartolomé Gómez, pero ejecutó diversas obras para el palacio real, que ya no existen, pintando por aquellos años el cuadro de Moisés que hoy se ve en el Museo del Prado, los que estaban en la Merced Calzada y una Concepción que en 1800 existía en la Academia de San Fernando.

Tal vez el oficial iba acompañado en sus paseos por la imagen de alguna fraulein rubia y sensible que contaba los días en un puerto anseático aguardando la vuelta del buque; tal vez los marineros contemplaban en el espejo de su rudimentaria imaginación a la compañera ventruda y mal calzada con su grupo de pequeñuelos carillenos y peliblancos.

Una calzada de un cuarto de legua conduce de la mision al puerto, especie de bañado en donde se ven amarradas las canoas, confiadas á la vigilancia de una familia indígena. Este es el parage donde van tambien á bañarse diariamente los indios y las indias, seguros de no ser molestados por los caimanes.