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Juntos fueron a El Escorial, juntos discurrirían por los salones de los palacios y las alamedas de los jardines: ¡qué alientos inspiraría el protegido de María de Médicis al oficial de manos que cobraba doce reales al día con los barberos de la cámara!

En la pequeña cámara de Morsamor, que estaba sobre cubierta, no parecía posible que hubiese capacidad bastante para que en ella se ocultasen muchos hombres armados. En ella, no obstante, estaban hacinados y apretados Tiburcio y su tropa. De súbito abrieron la puerta de la cámara y salieron con inaudita rapidez.

Quizá viviendo en tierra se hubiera desarrollado en el sentido musical, como en muchos de mis paisanos; en el mar se ha ampliado, se ha alargado mi sentido óptico. Muchas veces me he figurado ser únicamente dos pupilas, algo como un espejo o una cámara obscura para reflejar la Naturaleza. Soy, además, al decir de mi familia, un tanto novelero, un tanto curioso y amigo de novedades.

Su mirada, dejando de vagar, se fijó en un punto al principio incierto, pero que bien pronto pareció distinguir mejor; en fin, poniéndose las manos encima de las cejas, para aislarse mejor de los rayos del sol, permaneció un instante contemplativa, después sus facciones adquirieron una viva expresión de temor, y en dos saltos se plantó en la cámara de Kernok.

Pedro Sarmiento, ayuda de cámara del rey, y Juan de Urdiales, maestro de ceremonias, los que se han encontrado más á mano. Vamos, pues; allá, y no retardemos la felicidad de los enamorados. ¡Y llevar yo cuarenta y ocho horas sin dormir por descanso de viaje! Ya dormiréis bien esta noche... Y la condesa asió á Quevedo de una mano, y guiándole desapareció con él por una puerta.

¡Silencio! dijo el visitante sonriendo; nada de nombres ni de cargos, amigo, si á usted le parece. Y siguiendo á su guía, bajó á la cámara. Era Pedro de Vesín, que sin duda no iba por primera vez al Magic, pues conocía perfectamente el camino.

Yo soy librepensaor creyó del caso afirmar ante un grupo de amigos . Yo respeto toas las creencias; pero lo de ahí dentro, pa , es... «líquido». No quiero faltarle a la Macarena ni quitarle lo suyo; pero camará, ¡si mangue no acude a tiempo a llevarse al toro cuando Juaniyo estaba en el suelo...!

usted las gracias a mi prima dije, y asegúrele que jamás me he sentido mejor. El Rey ha pasado toda la noche en un sueño agregó el viejo Sarto, a quien, según empezaba yo a descubrir, le gustaba endilgar una mentira de vez en cuando, nada más que por el gusto de mentir. El mensajero se deshizo otra vez en reverencias y salió de la cámara.

Cerca de la cuarta parte de esta cámara ocupábalo un montón de paquetitos envueltos en papel de varios colores, que para cualquiera que por primera vez entrase en ella, sería un misterio. No lo era para Gonzalo ni para ninguno de los íntimos de la casa. Aquellos paquetes guardaban palillos de dientes.

El pobre don Quintín cedió amedrentado. La maquinación del conquistador estaba bien urdida. El mismo día y en el mismo tren en que partió Cristeta para Santurroriaga salió el utilísimo Benigno, el ayuda de cámara de don Juan, destinado por éste a servicios análogos a los que el padre de los dioses exigía de Mercurio.