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Así sucedía no pocas veces en épocas de agitaciones bursátiles, que detrás del corredor que partía a venderle sus títulos, salía por otra puerta un segundo con encargo de hacer el alza; y por la tarde, cuando uno y otro regresaban a dar cuenta de sus operaciones, don Eleazar tomaba la palabra y hablaba en el lenguaje y el acento de un varón santo y convencido: Así es, señor don Tomás, así es; ya que ellos lo han querido, bien empleado les esté. ¡Ya usted sabe, señor, que a no me gusta hacer mal a nadie!

Hahnemann tiene títulos incontestables al reconocimiento de todos los médicos, preciso es confesarlo con franqueza, sea cual quiera la escuela á que pertenezcan.

En 2003, ya se podían leer 10.000 títulos en varios idiomas en el Palm Pilot y en otros modelos de PDA. El OeB se puede descargar gratuitamente, y dispone también de una versión "abierta" que pertenece al dominio público.

Por eso te preguntaba hace un momento, no por malicia ni por curiosidad, sino porque desearía vivamente que entre los jóvenes, distinguidos por diversos títulos, que me rodean, hubiese alguno bastante dichoso para agradarte y al que pudiera yo confiar el cuidado de tu porvenir. ¡Me dices cosas crueles! exclamé.

Se puede decir que apenas vivía ya para otra cosa que para pensar en ellas, salvo el cortar puntualmente el cupón de sus títulos y comer algún guisado en el Puente de Vallecas o en los Cuatro Caminos.

No obstante, podrían contenerse en muy pocas líneas los títulos de todas las novelas que, después de las inmortales obras maestras de Cervantes y de Rabelais, contienen tipos verdaderos, originales y bien caracterizados, y merecen un puesto en esta categoría.

Gracias, chico. Tus espejos son muy particulares. ¡Y cuánto librote! A ver. ¡Jesús, que títulos! Todo Medicina. ¡Qué lástima de dinero empleado en esto! Tanto libro para no saber nada. Porque no sabes nada, Miquis; eres un ignorante, un tonto. Quizás estás diciendo la más profunda verdad que ha salido de esos labios, de esas envenenadas rosas. , soy un mentecato.

Entonces buscó a Pepe que era íntimo amigo suyo y sin recibo ni documento alguno, que por otra parte, dadas las circunstancias, hubiera sido inútil, le entregó para que se los guardase veintidós mil duros en títulos de la deuda. ¿Va usted adivinando?

A Doña Francisca y a Ponte les asignaba pensión vitalicia, como a otros muchos parientes, con la renta de títulos de la Deuda, que constituían una de las principales riquezas del testador. Oyendo estas cosas, Frasquito se atusaba sobre la oreja los ahuecados mechones de su melena, sin darse un segundo de reposo. Doña Francisca, en verdad, no sabía lo que le pasaba: creía soñar.

Digo, doncella, que no solamente os pueden y deben llamar ilustre, sino ilustrísima; pero estos títulos no habían de caer sobre el nombre de fregona, sino sobre el de una duquesa. No es fregona, señor dijo el huésped ; que no sirve de otra cosa en casa que de traer las llaves de la plata, que por la bondad de Dios tengo alguna, con que se sirven los huéspedes honrados que a esta posada vienen.