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Ya lo sabes.... ¡, ! Benítez cree que un gran susto, una impresión fuerte.... Eso; puede matarla. ¡Está enferma! , más de lo que crees. ¡Está enferma! Y un susto, un susto grande... puede matarla. Eso, así como suena.

Antes de que pudiese evocar la imagen de aquella noche de violencia, Freya se adelantaba á sus recuerdos con una astucia femenil... Era Ulises el que había querido matarla; lo afirmaba ella, sin admitir respuesta. Iremos á visitar á la doctora continuó . La pobre desea verte, y me ha rogado que te lleve. Se interesa mucho por ti desde que sabe que te amo, ¡pirata mío!...

Hay cosas absurdas que tienen toda la apariencia de un legítimo razonamiento: Salí afuera con la lámpara en una mano y la escopeta en la otra, exactamente como para buscar a una rata aterrorizada, que me daría perfecta holgura para colocar la luz en el suelo y matarla en el extremo de un horcón. Recorrí los corredores.

¡Oh! ¡doña Clara! aborrezco á mi pesar á esa mujer; porque ella, ella no tiene la culpa de que él la haya amado; hay momentos en que mataría á esa mujer. Y eso, eso es lo que debía hacerse; pero no ... no debías matarla; las cuentas con la justicia son malas de ajustar... oye, Dorotea: voy á quitar de ahí esa pera... Y el bufón tendió su mano hacia el plato.

¡Si llevo gastao, tío Tremontorio, un costao en esos amenículos! He gastao en velas pa los Santos Mártiles, á ver si la quitan el vicio, un sentío..., y como si callara... Ya no qué hacer, tío Tremontorio, si no es matarla, porque es mucho el vicio que tiene. Fegúrese usté que dempués que la di el aguardiente con pólvora, la entró un cólico que creí que reventaba.

Por la tarde, Plácido comunicó a la señora que la mujer aquella se negaba a poner a su hijo en pechos de nodriza, aunque esta fuese bajada del Cielo; insistía en que tenía leche; el niño berreaba, dando a entender que su mamá faltaba descaradamente a la verdad... «En fin, señora agregó Estupiñá con oficiosidad sañuda ; que a esa mujer hay que matarla.

El padre Cifuentes abrió la tabaquera, y con la impasibilidad del hombre que golpea en los oídos de un sordo, con la sencillez con que hubiera dicho que hacía calor o estaba lloviendo, dijo tranquilamente: No, señora... Los ejemplos que vería en ella no conseguirían quizá corromperla, pero de seguro lograrían matarla...

Y añadía para : Si esta idea no implicara la pérdida de un ser tan querido, me regocijaría con ella.... ¡Qué chasco para el amiguito! ¿eh?... ¡Pero no, Señor Dios Poderoso! ¡Barástolis, no! Antes de matarla a ella, mátame tres veces a , y que mi salvación me consuele de su felicidad.

Estaba moribunda, su vida pendía de un hilo, y ese hilo ella podía cortarlo con completa irresponsabilidad... ¿Matarla? no: no más que adelantarle un poco la hora de la muerte, y la impunidad sería absoluta, nadie había de saberlo. Con decir que sobrevino la agitación prevista por el doctor y que le dio el segundo medicamento...

¿Quién quiere matarla? ¡Yo no quiero eso! había interrumpido don Víctor al oír esto. Pero Frígilis había replicado: quieres tal, si le dices que lo sabes todo. Lo que hay que hacer hay que pensarlo; yo no digo que la perdones, que esa sea la única solución; pero confiesa que el perdonar es una solución también. Perdonarla es transigir con la deshonra.... Eso ya lo veríamos. ¿ eres cristiano?