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Y la rata guiñaba más los ojos, y en su bondad quiso abrir camino a la confesión. «Es que usted, como si lo viera, conserva resentimientos y quizá pretensiones que son un gran pecado; es que usted no está curada de su enfermedad del ánimo; es que usted, si no tiene ahora trato con aquel sujeto, se halla dispuesta a volverlo a tener. Las cosas claritas».

El talonario del Banco... decía la rata eclesiástica, luchando por desasirse y por sofocar la risa . Aquí, aquí lo tienes, perro hereje... sácalo pronto y pon cuatro números, cuatro letras y el garabato de tu firma. Jacinta, abre... sácalo... no tengas miedo. Orden, orden, señoras arguyó Moreno a quien la risa cortaba la respiración . Esto ya es un allanamiento, un escalo.

Si ocurre una desgracia, yo no me paro en pelillos; la pincho como a una rata, la araño y le retuerzo el pescuezo. Lo haría yo en un arrebato de locura y no sería responsable. No serías replicó Juana ; pero te tendrían por loca y te encerrarían en el manoscomio, monomomio o como se llame; yo me moriría de pena de verte allí.

Hasta se susurra pero sin que existan datos para establecerlo como rigurosa verdad histórica que el insigne ex buen mozo quiso recordar sus pasadas glorias, y verter una regaderita de agua sobre sus secos y mustios lauros, y eligió para cómplice a cierta rata de proscenio, nombrada Zulma en la docta academia teatral, si bien está averiguado que en regiones menos olímpicas pudo llamarse Antonia, Dionisia o cosa así.

La fatalidad hace que no pueda subir por el cañón, habiendo sido tan fácil la bajada; y mientras forcejea trabajosamente para ascender, resbala y cae al sótano, y de allí, sin saber cómo, á un sumidero, yendo á parar á la alcantarilla, donde se ahoga como una rata. La ronda le encuentra al día siguiente, y le llevan, en los carros de la basura, al cementerio.

Sabían que los depósitos comunicaban con las alcantarillas, y ya dos o tres veces palidecieron creyendo ver cruzar una sombra negra, que no era sino la temblona silueta de alguna planta parásita, dibujada en el muro por las luces. De improviso, ambas exhalaron un grito; no cabía duda; sonaba el chillido agrio y agudo de la rata.

¡Pues así es! replicó Lope . Venga mi cola; si no, por Dios que no me lleven el asno si bien viniesen por él cuantos aguadores hay en el mundo; y no piensen que por ser tantos los que aquí están me han de hacer superchería, porque soy yo un hombre que me sabré llegar a otro hombre y meterle dos palmos de daga por las tripas, sin que sepa de quién, por dónde, o cómo le vino; y más, que no quiero que me paguen la cola rata por cantidad, sino que quiero que me la den en ser y la corten del asno, como tengo dicho.

La García Gómez creyó reventar de dicha ante honra tan repentina, y miraba a todas partes, tan oronda y satisfecha entre aquellas dos grandes de España como la rata de la fábula en el queso de Holanda. María Valdivieso, con prudencia inusitada en ella, mordíase los labios para no soltar la risa.

Como aún no habían encendido la luz del recibimiento, sólo columbró un bulto, una sobra y pudo oír dos o tres palabras que se dijeron, al despedirse, Jacinta y la rata eclesiástica. Esta fue entonces al cuarto de su sobrino, y hallole dando vueltas en él. «¿Qué tal te encuentras, catecúmenole dijo con mucho cariño. Regular, casi bien... Espero dormir esta noche. Recógete temprano.

-Está muy bien -replicó don Quijote-; y, conforme al salario que vos os habéis señalado, 23 días ha que salimos de nuestro pueblo: contad, Sancho, rata por cantidad, y mirad lo que os debo, y pagaos, como os tengo dicho, de vuestra mano.