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Desde aquel blanco nido inmaculado se debía ascender a las puras regiones de lo ideal, al país de los ensueños, a vivir y comerciar con los seres privilegiados, donde la pasión impera sin absurdas trabas sociales.

"De los indios aprenden todas las supersticiones, mil fábulas inverosímiles y absurdas que son tradicionales en ellos, y en una palabra todos sus usos y costumbres; así comen morisqueta con los dedos como ellos, y tienen marcada afición a sus golosinas y comidillas sucias de los indios."

Delante de tenía al hombre, al hombre primitivo en toda su augusta sencillez y verdad, sin absurdas ideas metafísicas, sin religión, sin moral, sin los tristes idealismos que tuercen y adulteran el curso sagrado de la Naturaleza. ¡Ah, no! Aquel hombre no pretendía ridículamente oponerse, como nosotros, a sus leyes inflexibles, a la ley de la lucha por la existencia, o de la selección.

Tenían la vaga idea de que ahora expiaba las consecuencias de sus fantasías absurdas. Y se miraban con un gesto de aprensión, casi asustadas. Adriana entró con Charito y con Muñoz. Traía el traje sencillo con que solía ir a la iglesia, para la misa de las once.

Después rodó solo, por su propia inercia, y cada escalón le reservaba un golpe más fuerte, una sorpresa más dolorosa. ¿Hasta dónde llegaría en su derrumbamiento?... ¿Qué podría encontrar al final de esta caída ilógica?... Las entrevistas con su administrador de París le parecieron algo que transcurría en otro planeta, sometido á leyes absurdas.

La Mariposa le miró escandalizada. ¡Qué! ¿aún te parece poco? Pero muchacho, ¡si hay ahí para comprar todas las Carolinas! Fíjate, Isidrín: ¡es un tesoro! Maltrana no necesitaba fijarse mucho. Pasado el primer deslumbramiento, había visto la falsedad escandalosa de las joyas enormes y absurdas que brillaban en la cumbre del montón de baratijas.

Desnoyers contestaba indignado: Eso de Bélgica es una traición... Y una traición nada vale entre personas decentes. Lo decía de buena fe, como si la guerra fuese un duelo donde el traidor quedaba descalificado y en la imposibilidad de continuar sus felonías. Además, la heroica resistencia de Bélgica le infundía absurdas ilusiones.

Ya no me parecen absurdas aquellas ideas tuyas, porque ya no encuentro nada seguro en la tierra... Se rió con una risa nerviosa, sin saber por qué, y miró en los ojos a su amigo. Después llamó; acudió un groom vestido de verde, a quien pidió que trajera licor. Como si el viejo resentimiento le dominara de nuevo, no se decidió a empezar su confidencia.

Cuando él tenía mucha influencia sobre una mujer, la prohibía confesarse. «Sabía muchas cosas». En los momentos de pasión desenfrenada a que él arrastraba a la hembra siempre que podía, para hacerla degradarse y gozar él de veras con algo nuevo, obligaba a su víctima a desnudar el alma en su presencia, y las aberraciones de los sentidos se transmitían a la lengua, y brotaban entre caricias absurdas y besos disparatados confesiones vergonzosas, secretos de mujer que Mesía saboreaba y apuntaba en la memoria.

Si un poeta fantástico de nuestros días se propusiese, en un arrebato de excéntrica originalidad, escribir una obra llena de disparates, podría difícilmente asemejarse á la de Lope, y, sin embargo, este aborto de la imaginación más desarreglada, nos ofrece muchos rasgos admirables en el oleaje de sus absurdas visiones. La rareza de esta comedia nos autoriza para darla á conocer más exactamente.