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Oraba por el alma del difunto rey don Felipe; se abrió la puerta de mi celda, y entró el superior; traía un papel en la mano, y en su rostro había no qué de particular, una alegría marcada. Venía á darme una noticia que á otro hubiera llenado de alegría y que á me aterró. ¿Y qué noticia era esa?

Yo le había caído en gracia, no por qué, tal vez por ser también apacible de carácter y escuchar siempre con deferencia lo que me dicen. Me presentó al mozo que le servía como paisano. ¡Ah! ¿Es usted asturiano también? me preguntó éste, muy risueño, limpiando con un paño la mesa. No; soy gallego. Entonces no somos paisanos repuso con marcada frialdad, retirándose. Villa soltó una carcajada.

La mujer, que al principio los acogiera con marcada hostilidad, ante la mirada dulce y serena y las palabras sinceras de Hojeda, se fue poco a poco suavizando. Al fin, cuando éste le recordó con tono afectuoso los deberes que tenía para con sus hijos, aquellas infelices criaturas, sin otro amparo en el mundo que ella, rompió a sollozar.

El padre y la tía casi no le veían la cara y cuando lograban vérsela, al atravesar el patio o al sorprenderle en su cuarto vistiéndose, se les figuraba muy pálido, muy flaco, la estampa marcada de un calaverilla precoz y sin freno. Acabará por enfermarse decía misia Casilda, ¡se acuesta tan tarde! ¿por qué no le hablas ?

Pasó la juventud; llegó el momento en que el suspiro ardiente del jóven entusiasta, eterna aspiracion á un imposible, se trueque en viril canto en que lo hermoso de la forma sea, no la belleza plástica insensible: cuerpo que encierre el alma de una idea! Y es porque cada edad tiene marcada una mision distinta y la huye en vano: el jóven sueña, el hombre fuerte piensa, y recuerda el anciano.

¡Oh! déjeme, doctor, que lo felicite por su folletín de El Nacional; ¡qué linda, qué linda página! ¿La ha leído usted? ¡Linda era en efecto!... ¡qué lástima que mis ex-ministros no sean capaces de juzgarla; son todos unos civilistas... aaah! dijo el doctor, mirando al señor de las Vueltas con marcada intención.

Nublose más el semblante de Amparo. No pienso casarme jamás, continué, y quiero que seas mi hija adoptiva. Amparo me miró de una manera penetrante, como si hubiera querido asegurarse de hasta qué punto eran verdad mis palabras y la marcada conmoción con que las había pronunciado.

Es cierto que sus síntomas la dan una influencia marcada sobre el sistema capilar y sobre los exhalantes y absorbentes, por las alteraciones que induce en las secreciones, y que la clínica ha probado su eficacia en ciertos edemas, en algunas hidropesías locales, en la ascitis con irritabilidad de la fibra, mas bien por una afeccion de los vasos exhalantes y absorbentes, que por una diátesis serosa ó por el empobrecimiento de la sangre.

En Zaragoza obtuvo Martí, el grado de doctor en Derecho a título de suficiencia, y el de doctor en Filosofía y Letras, a pesar de la marcada oposición del claustro de aquella Universidad carlista.

Una tarde, habiéndose bajado del coche en el Retiro para dar algunas vueltas a pie, tropezó con Alcázar y su hermana en una de las calles de árboles. Dirigióles un saludo muy expresivo. Raimundo respondió con el mismo afectuoso respeto de siempre; pero Clementina observó que la niña lo hizo con marcada frialdad.