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Esta aldea no está separada de aquella en que he visto a Eulalia más que por una colina en la que crecen diferentes árboles y atravesada por innúmeros senderos. Sea predilección, sea casualidad, mis solitarios ensueños me conducen siempre a una linda explanada tapizada de fresco musgo y sobre las que robustos arcos forman una bóveda sombría y rumorosa.

La heredera de los Algalias dormitaba en su cama de batistas y encajes como una maga recostada sobre una nube. Tenía desnudo, fuera de las ropas, un brazo, ceñida aún la muñeca por la pulsera lisa de oro mate, y en el otro, puesto sobre la almohada, apoyaba la cabeza, embelesada por ensueños formados con reminiscencias de la víspera.

Y sin embargo aseguro que mi corazón era de Angelina, porque a las voces, en mis ensueños, no veía yo a Gabriela, sino a Linilla; a Linilla que me miraba tristemente, como si fuera a decirme: ¡Ingrato! ¿Por qué te olvidas de ? Aquello era una locura, un delirio, algo como un hechizo que me dominaba y me poseía. Me decía yo: ¿Estás enamorado de Gabriela?...

Feli reía con entusiasmo infantil, no sintiendo la menor duda acerca de las esperanzas de su amante, creyendo que estos ensueños podían realizarse al día siguiente.

Hubo un corto silencio y volviendo a su labor de ir colocando con arte las flores en los jarrones, habló Camila de este modo: Sin duda cree usted, señor Delaberge, que es demasiado absoluto mi aislamiento... ¡Dios mío, también yo, algunas veces, lo creo así!... Y me pregunto si no haría mucho mejor modificando un poco mi existencia, aunque es ésta una pendiente hacia la cual no me agrada guiar mis ensueños... Y no obstante...

Un clima agradabilísimo, completamente humanizado, y que sería voluptuoso á no estar saturado de un no qué que da lugar á la reflexión, aleja de la mente los ensueños y nos vuelve á la realidad.

Nada importa el que clama que su esfuerzo es locura, Que es inútil su arrojo, que es fatal su aventura ¡Don Quijote discute todo eso con su lanza! Y, en tanto ya ensartando malandrines follones, Cargado de esperanzas, de ensueños, de visiones, Por los campos del mundo avanza, avanza, avanza....

Llena está mi alma, sin embargo, de piedad religiosa, y conozco y amo y adoro a Dios, pero sólo veo su omnipotencia y admiro su bondad en las obras que han salido de sus manos. Ni con la imaginación acierto tampoco a forjarme esos ensueños que usted me refiere.

Dejemos nosotros en paz á los señores Sarapamón y Dioscórides, ya que no es posible que devuelvan de lo sustraído ni una lenteja, y procedamos cronológicamente en este rápido recuento. Las conjeturas y los ensueños, no sólo deben de estar permitidos, sino que suelen ser muy divertidos.

El regocijo de don Mariano era tan grande, que se traslucía en los ojos cada vez que los dirigía hacia la gentil pareja, y mil hermosos ensueños, en que siempre figuraba un enjambre de nietezuelos rubios y traviesos como lo había sido su hija, venían por la noche a acariciarle en las soledades de su lecho feudal. Doña Gertrudis, como de costumbre, encontraba muy bien la conducta de María.