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Tales proporciones alcanzó desde este punto el motín, que alarmadas seriamente algunas personas de mucha significación en la ciudad, se ofrecieron á ser medianeros entre las autoridades y la plebe desenfrenada; extremos que no se pudieron conciliar, porque esta última se negaba á todo lo que no fuera la inmediata libertad de los presos, y el Asistente, enojado contra ellos, decía: ¡que por vida del rey, que los tenía de ahorcar!
Cruzábanle por la mente extrañas y sublimes formas de elocuencia; latíale el corazón con rapidez desenfrenada; las sienes le quemaban, y sentía en su garganta una vibración sonora, que no necesitaba más que un poco de aire para ser voz elocuente y robusta.
Ya no se formaban en Sarrió aquellas celebradas comparsas y cabalgatas, que llamaban la atención de toda la provincia, y hacían de esta villa una Venecia en miniatura. En otro tiempo, todos los vecinos tomaban parte en aquella inmensa, desenfrenada alegría. Los ricos no sólo proporcionaban sus coches y caballos, sino también abrían suscripciones para encargar trajes lujosísimos a Madrid.
La salvaje pasión de una furia loca y desenfrenada para quien no hay en el mundo ni ley, ni sentimiento, ni costumbre respetables, alcanza en sus estragos a cuanto la rodea. Por la acción de usted personas inocentes están expuestas a ser mortificadas y perseguidas, y yo mismo aparezco responsable de faltas que no he cometido.
En esto Calleja, que parecía tener gran autoridad entre aquella gente, se agarró al brazo de Elías, y exclamó, riendo con la desenfrenada hilaridad de la embriaguez: "Ven, bravucón, ven con nosotros. Ciudadanos prosiguió, volviéndose á los otros: éste es el gran Coletilla, el mismo Coletilla. Seremos amigos. Nos va á presentar al Rey constitucional para que nos haga...."
Cuando él tenía mucha influencia sobre una mujer, la prohibía confesarse. «Sabía muchas cosas». En los momentos de pasión desenfrenada a que él arrastraba a la hembra siempre que podía, para hacerla degradarse y gozar él de veras con algo nuevo, obligaba a su víctima a desnudar el alma en su presencia, y las aberraciones de los sentidos se transmitían a la lengua, y brotaban entre caricias absurdas y besos disparatados confesiones vergonzosas, secretos de mujer que Mesía saboreaba y apuntaba en la memoria.
De pronto, don Quijote hizo un molinete con la lanza obligando a que todos se alejaran del lecho, y clamó con voz colérica e imperativa: ¡Basta ya, chusma cobarde y desenfrenada! ¡Apartaos! ¿No veis que es un solo hombre al que todos acosáis? ¡Dejadlo que combata conmigo solo en singular batalla, y Dios dirá de qué parte están la razón y la justicia!... He ahí mi guante, Cide Hamete Benengeli, y salgamos a luchar en campo abierto, si no miente vuestro nombre y corre aún sangre en vuestras venas.
Apenas llegamos al bosque puso su caballo al galope. Yo hice como ella y la seguí. Cuando advirtió que le iba a los alcances aceleró la marcha, fustigó a su caballo y sin motivo lo lanzó a escape. Tomé el mismo aire que ella y cuando ya la alcanzaba, hizo un nuevo esfuerzo que me dejó atrás. Aquella persecución irritante, desenfrenada, me puso fuera de mí.
Cuando se examinan más atentamente se observa que no tanto provienen, como en La Cueva, de su desenfrenada fantasía, cuanto del ejemplo de su falaz modelo, y de sus nociones inexactas acerca de lo que constituye la esencia de la tragedia.
Gustaba ella de lucir por todos estilos y de dar a sus salones cierto tinte de sabiduría y refinamiento aristocráticos. Había educado tan bien a D. Joaquín, espoleándole para aquellos trotes, que él había ido, en su carrera desenfrenada, más allá de la meta que ella le puso.
Palabra del Dia
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