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Prescindamos ahora de los mencionados reparos; quitemos valor a los argumentos que el mismo Sr. Gener suministra contra el progreso rápido y contra la persuasión de que estamos ya cerca de la meta.

El linaje humano, constituido en sociedad, puede adelantar tanto en el camino de la perfección que casi ó sin casi no necesite gobierno. En la meta de su carrera triunfante coloco yo, en mis sueños dorados, una pacífica y deliciosa anarquía.

¿Quién te dice a ti... que al sorteo voy y miro la lista, y me veo un mil ciento veintidós como un sol? Me quedé aturdida; y mucho más, porque el premio era de los grandes: cerca de mil pesos. Sólo que, como la metá es del Niño, a me queda el dote limpio y pelado.... ¿Y tu tía? preguntó Amparo, como si censurase el regocijo de Carmela.

Y, mirando al suelo, dijo: -Yo soy examinado y traigo la carta, y por el sol que calienta los panes, que haga pedazos a quien tratare mal a tanto buen hijo como profesa la destreza. Yo que vi la ocasión, metíme en medio y dije que no hablaba con él, y que así no tenía por qué picarse. -Meta mano a la blanca si la trae y apuremos cuál es verdadera destreza, y déjese de cucharones.

No se meta usted en esas cuestiones, que no son para cabezas ramplonas y de cuatro suelas. Usted es el que no debe meterse en ellas exclamó Carrascosa sin poderse contener; y el tiempo que le dejan libre las barbas de sus parroquianos, debe emplearlo en arreglar su casa.

-Juzgue vuesa merced, señor, de sus caballerías -respondió Sancho-, y no se meta en juzgar de los temores o valentías ajenas, que tan gentil temeroso soy yo de Dios como cada hijo de vecino; y déjeme vuestra merced despabilar esta espuma, que lo demás todas son palabras ociosas, de que nos han de pedir cuenta en la otra vida.

Gustaba ella de lucir por todos estilos y de dar a sus salones cierto tinte de sabiduría y refinamiento aristocráticos. Había educado tan bien a D. Joaquín, espoleándole para aquellos trotes, que él había ido, en su carrera desenfrenada, más allá de la meta que ella le puso.

Yo, que vi la ocasión, metíme en medio, y dije que no hablaba con él, y que así no tenía de qué picarse. "Meta mano a la blanca, si la trae, y apuremos cuál es verdadera destreza, y déjese de cucharones."

La contestación a esta carta fue un cablegrama que decía: «Salgo en el primer correo. Prepara todo para nuestro matrimonioHe aquí cómo aquella linda y picaresca niña logró, invirtiendo los papeles, alcanzar la meta de sus afanes. Con el amor vino la opulencia que no suele ser su compañera. Los recién casados se instalaron en el Sotillo.

Lo triste sería que las advertencias, los consejos, acaso las amenazas de Tirso, lograran que cayeseis en exageraciones: en cuanto a papá, y a , no hay quien nos haga, por ejemplo, ayunar, comer de viernes, ni cometer tonterías por el estilo. No creo que se meta en eso. Conviene precaverlo todo.