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Y era también costumbre sancionada por los años, tolerancia perpetuada por la tradición, abuso que tomó origen en el capricho de un rey absoluto, ganoso de repoblar su reino. Antes de romper el alba, la columna se ponía en marcha. Después, los padres anónimos morían en presidio, y los hijos de aquellas esposas de una noche se llamaban los hijos del camino. Así fue concebido Juan.

Tan vanidoso, tan enamorado de su persona y de gustar á las damas, que al quedarle en la pierna un hueso saliente después de ser herido en el cerco de Pamplona, se lo hizo aserrar, para que no se notase bulto alguno en las altas y elegantes botas que entonces se llamaban botas polidas... Urquiola es joven, y rebosa en él la energía, el exceso de expansión y de fuerza que ha puesto al servicio de Dios.

Llamábase León, o se apellidaba, que esto muy pocos lo sabían de cierto nos decía Duarte. Unos le llamaban D. León y otros Sr.

El que mostraba más alegría y satisfacción entre todos era un natural de Bonifacio, tostado, pequeño y rechoncho, a quien llamaban Palombo. Este pasábase el tiempo cantando aun en medio de los mayores temporales.

Carmen, engolfándose allí en la exaltación de los más altos pensamientos, no desdeñaba la amistad de un ser miserable, que solía esperarla en el solitario lugar y acariciarla humildemente. Era un gato, que habitaba casi siempre por aquellos andurriales huyendo de la escoba de doña Rebeca. Tan ruin era y tan feo, que le llamaban Desdicha.

Entretanto llegó un aviso cierto, que los Portugueses se habian apoderado de las colonias del rio Yaguy, y que intentaban pasarlo; y que, habiendo hecho señal con un cañon de los mayores, llamaban á los indios para que hablasen, se entregasen y sugetasen.

Tal vez iba á Mónaco; tal vez su hombre de ciencia la aguardaba en alguna callejuela de Monte-Carlo. La duquesa se fué á la fábrica dijo sonriendo . Debe estar ya en pleno trabajo. El Casino era «la fábrica» para los jugadores, y llamaban de buena fe «trabajar» á sus angustias y cabildeos en torno de las mesas.

Las órdenes superiores de los gefes de aquel vireinato, cuya atencion llamaban las operaciones y aprestos que se prevenian en el Cuzco, frustraron la solicitud de Orellana, y D. Baltazar Semanat, corregidor de Arequipa, se negó enteramente á sus instancias y pretensiones.

Pasaba las noches en la «sala del crimen», como llamaban a la pieza del juego, y rara vez conseguía ganar. Su mala suerte era motivo de vanidad para el club. Anoche llevó paliza el Gallardo decían los socios . Lo menos perdió once mil pesetas.

Que comúnmente llamaban y le llaman el Sevillano, que le tiene por noble hijodalgo, etc....., y que sabe que yendo un día del año pasado de 1654 o 55 a Palacio a buscar a dicho pretendiente, subiendo por la escalera del cubo que sale a la galería del despacho, sintió que venía otra persona detrás del testigo, y reconoció que era un caballero de la Orden de Calatrava; porfió con él que pasara adelante, y le dijo que no, que supuesto iba a ver a Diego Velázquez, le dijese que su primo D. Fulano Morejón Silva le esperaba.