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Y si yo siento dentro de una fuerza muy grande, pero muy grande, que me impulsa a la salvación de otra alma lo he de realizar, aunque se hunda el mundo». Lo que tienes afirmó doña Lupe queriendo sostener su papel , es la tontería que te rebosa por todo el cuerpo... y nada más. No me engatusarás con palabritas.

Esta reserva impresionó a la joven. Hallábase ella precisamente en uno de esos momentos de expansión, en que la alegría espiritual rebosa del pecho. Pensaba hacer partícipe de ella a su virtuoso confesor. Mas hete aquí que a éste le da por callar y abreviar la confesión todo lo posible. La joven se levantó al fin triste y sin poder reprimir un movimiento de despecho.

Rebosa en ellas un prurito particular de hacer comparaciones y evocar imágenes, y las auroras y los crepúsculos, las perlas y los diamantes, los rayos y los relámpagos, menudean sin cesar; ya es un jardín un mar de flores; ya el mar un jardín de espuma; el mar alborotado se compara al Nembrod de los vientos, que acumula montañas y ciudades sobre ciudades, y á una espada desenvainada se llama cometa errante, que atraviesa las esferas del aire.

En fin, no cesa de reprochar al finado señor Laroque, hijo, su admirable salud que jamás permitió á su mujer desplegar las cualidades de enfermera, de que rebosa su corazón. Entretanto, ha tenido, en estos últimos días, la idea de agregar á su sillón una especie de nicho en forma de garita, para resguardarse de los vientos colados.

Si examinamos esta composición, ateniéndonos sólo á su forma externa, ha de clasificarse entre los dramas peculiares del teatro español, ya antes de Calderón, llenos de hechos fantásticos extraños para dar más vuelo á la imaginación, y crear un mundo maravilloso, en el cual la naturaleza humana parece sometida á leyes distintas de la realidad; pero ¡qué diferencia entre las comedias anteriores, de espectáculo, toscas, por lo general, de esta especie, y el drama de Calderón, que rebosa de profundos pensamientos, y que nos ofrece al espíritu como á una manifestación de lo eterno, oponiéndole lo finito, que desaparece para dejar sólo la eternidad!

Animaos, dominaos, calmaos; contened la cólera sagrada que rebosa en vuestros corazones y esperad tranquilos el fatal desenlace. ¿Recordáis lo que os ha traído aquí? MARCIO. ¡Recordadlo! Creo que no ha sido por dar un paseo por lo que hemos venido con esos pesados libros. ¿Con qué objeto hemos venido aquí? ¡Decidlo! ESCIPIÓN. ¡Verdaderamente, señores, debéis responder cuando se os pregunta!

En un altercado nocturno en las calles, al cual acorre su padre, se olvida de tal modo del respeto que le debe, que se atreve á ponerle la mano encima. Rebosa ya la medida de su culpa, y el mismo padre acusa á su hijo desnaturalizado ante el tribunal del Rey.

Vedlos á todos, entusiastas soldados del arte, escalar las ásperas alturas que guian á la cumbre donde se asienta el templo de la Fama, enardecidos por la que rebosa en sus almas, por la hermosura de la conquista, y no ménos que por todo eso, por las voces del ilustrado y benévolo Navarrete, del ático Sanchez Perez, del tan discreto como bilioso Revilla, del juicioso y noble García Cadena, del entusiasta Alfonso, del concienzudo Cortázar.

¡Qué triste y silencioso estaba el edificio, que en el día rebosa de animación y de gente! Las puertas cerradas, las bombas de gas apagadas, las banderas, con que se engalanara la víspera, enrolladas al asta por el viento, todo envuelto en la niebla, como en un sudario.

Todos van provistos de bombones en que rebosa la sangre de cerdo, ó la espuma del coquillo, y ninguno deja de llevar tremendos tasajos de todas las carnes comibles, conocidas en la localidad. A paso largo se dirigen á sus respectivas sementeras, y á buen seguro que prueben un solo bocado de carne hasta que la altura de la luna, ó el canto del gallo anuncie haber mediado la noche.