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Alejándose hasta más allá de la acera de enfrente, y subiendo a unos montones de tierra endurecida, se veía, por encima de la iglesia en construcción, un largo corredor del convento, y aun se podían distinguir las cabezas de las monjas o recogidas que por él andaban. Pero como la obra avanzaba rápidamente, cada día se veía menos.

Lo primero que se notaba en él era la gran bufanda que le envolvía el cuello subiendo en sus vueltas hasta más arriba de las orejas, y descendiendo hasta el pecho. Llevaba gorra con galón, y de la bufanda para abajo toda la ropa era de purísimo verano, y además adelgazada por el uso.

Para encaminarse por tierra, de esta mision á la de Trinidad, que se encuentra al este, se andan como quince leguas. Se puede tambien ir en canoa, subiendo el Tijamuchi, que recibe mas arriba de San-Ignacio el tributo del rio Taricuri, igualmente navegable hasta el pié de las últimas montañas.

23 Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron los muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube! 24 Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre del SE

¡Alto, alto! exclama Carmelita. ¡Paren ustedes! Nadie hace caso. Las ropas de la Niña van subiendo, subiendo: no se sabe dónde se van a detener. ¡Alto, alto! ¡Por Dios, señor alférez! ¡Anda con ella! rugen los militares. Y el columpio sigue cada vez más vivo. Nuncita está tan asustada que no tiene tiempo a pensar en el pudor.

Llegado al Paraguay se determina De ir el rio arriba descubriendo, Y sin hallar noticia de oro ó mina, Con barcos y navíos fué subiendo. Trecientas y mas leguas pues camina, Hasta saber de plata: pero viendo Que la rabiosa muerte andaba suelta, Por no perder su gente dió la vuelta.

Le había visto al salir de misa y subiendo a la Glorieta, y en la Glorieta misma, arrimado a la sevillana, y en gran intimidad con ella algunas veces. ¡El grandísimo pazguato que jamás tuvo dos palabras al caso para pagarla las muchas con que ella le había buscado la lengua en más de cuatro ocasiones!

Navarro, al verle salir, dio un gran suspiro. ¿Era porque su conciencia estaba aún algo turbada o por desconsuelo de que sus amigos guerrearan mientras él se moría? Dejemos a Zorraquín subiendo a su caballo, cosa para él bien distinta de subir al púlpito. La tropa carlista salía de Elizondo.

Pero aguarde usted, santo varón; espere usted, ¡deliberemos; formemos un plan!... ¿a dónde me lleva usted? Por lo visto tampoco oía a Quintanar aquel santo varón, porque continuaba subiendo a paso largo, sin mirar hacia atrás un momento.

La moza tropezó en la bandeja, que sonó. Recogióla la moza. ¡Calla! dijo ¡una bandeja de plata! ¡y sucia!... ¡llena de grasa! ¿cómo está aquí? La llevaré á la repostería. Y siguió subiendo, y tropezó de nuevo. Pero tropezó en un cuerpo humano. Aquel cuerpo estaba frío. La moza empezó á dar gritos. A los gritos de la moza acudieron algunos de la servidumbre.