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Subi como trecientas cincuenta leguas por este inmenso rio, cuya magestuosa corriente es de esperar que algun dia se verá surcada por centenares de embarcaciones, las que impulsadas por el vapor ascenderán hasta Chiquitos, haciendo así mas inmediata la comunicacion de Bolivia con la Europa.

Fuéron con mucho aparato á su casa el escribano de la causa, los alguaciles y los procuradores, á llevarle sus quatrocientas onzas, sin guardar por las costas mas que trecientas noventa y ocho; verdad es que los escribientes pidiéron una gratificacion.

Las quales admite en Datta y Descargo el S.r D.r Pedro Juan Vaquer p.ro que hase off. de Contador al S.r D. Leonardo Çafortesa Reseptor de esta Inqq.on Las quales dichas ochocientas y Cinq.ta y Cinco libras onse Sueldos y ocho mrs. restadas con las tres mil trecientas y quarenta Libras Seis Sueldos y nuebe mrs. de los dos pliegos de el Cargo, resulta de Alcanse Dos mil quatrocientas y ochenta y quatro Libras quinse Sueldos y vn ms., quedando por hazienda de el fisco.

Mas se le admiten en C.ta ducientas y Cinquenta y Cinco libras once Sueldos y ocho mrs. de núm. de las quinientas y Sesenta y vna libras del núm. 4. del Cargo por no estar recaudadas mas que trecientas y Cinco libras ocho Sueldos y quatro mrs. a Causa de que en el auto de transaccion que firmo el dho. Univ.d en la paga de dhos.

Llegado al Paraguay se determina De ir el rio arriba descubriendo, Y sin hallar noticia de oro ó mina, Con barcos y navíos fué subiendo. Trecientas y mas leguas pues camina, Hasta saber de plata: pero viendo Que la rabiosa muerte andaba suelta, Por no perder su gente dió la vuelta.

Respondióme que podria su gratificacion subir á trecientas monedas de oro, y yo le hice ver con evidencia que ganaria mas conmigo: le creé bandolero inferior, y hoy es uno de los mejores y mas ricos oficiales que tengo; y si me quereis creer, haréis vos lo mismo.

Trecientas y mas casas se cayeron, Y templos muy lucidos y labrados, Y mas de treinta hombres perecieron, Sin indios la tierra sepultados. De espanto y miedo algunos se murieron, Cayendo de su estado desmayados; Que viendo se hundia tierra y suelo Pensaban se venia abajo el cielo.

Este rio es tan grande, que los indios del rio Negro, llaman indistintamente á su corriente, Lauquel-leubu, y Solquen: es ancha y rápida, aun en su primera aparicion, y crece con la union de muchos arroyos y fuentes que recibe de las montañas, y del pais humedo por donde pasa, por el espacio de trecientas millas, tomando un curso casi directo desde el norte al sur para el este, hasta que entra en el segundo Desaguadero, ó rio Negro por una boca ancha.

Me encontraba ya como á trecientas leguas del mar; pero anhelando tambien conocer las poblaciones puramente indígenas, volví mi marcha al este, hácia la provincia de Chiquitos, atrevasando el Monte-Grande, cuya espesa frondosidad cubre una extension de mas de sesenta leguas, y en donde vanamente se buscarian otros huéspedes que los animales salvages.

Y, en medio destas dos cosas, le puse más de trecientas almas, y vidas, y ojos míos. Capítulo XXXI. De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza, su escudero, con otros sucesos -Todo eso no me descontenta; prosigue adelante -dijo don Quijote-. Llegaste, ¿y qué hacía aquella reina de la hermosura?