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Sonrióse complacido al ver el estandarte de las cinco rosas que ondeaba sobre la aldehuela y con una señal de despedida tomó tras sus arqueros el camino de Pamplona.

En la primera hablaron de las condiciones de las casas de Pamplona, de la catedral, de la ciudadela, de las fortificaciones, de la Rochapea y de otros temas locales, en que Navarro mostró su prolijo conocimiento de la ciudad.

Tambien le atribuyen que se dejaba regir en todas sus acciones por una ambicion insaciable, i por una desmesurada avaricia . Don fray Prudencio Sandoval, obispo de Pamplona, afirma que este rei avia mucho tiempo que echaba de á su confesor como á negociante pesado, diciéndole que atendia mas á despachar memoriales que á las cosas de su conciencia . Por último, el famosisimo político Nicolás Maquiavelo, ciudadano i secretario de Florencia, decia que «á Fernando V se puede mirar como á un príncipe nuevo, puesto que de simple rei de un estado pequeño ha llegado á ser por su grande reputacion i gloria el rei de la cristiandad.

Mientras se celebraba el consejo de guerra en Pamplona hallábase acampada la Guardia Blanca en las afueras de la ciudad, entre las compañías del jefe gascón La Nuit y del flamenco Ortingo, y allí se divertían tirando la espada, luchando cuerpo á cuerpo como antiguos gladiadores ó mostrando su habilidad en el manejo del arco, para lo cual les servían de blanco escudos colocados sobre las cercanas eminencias del terreno.

Si los territorios de Yélez y Socorro envían al Magdalena su bello contingente en las aguas de los rios Carare y Opon, ámbos navegables y riquísimos, las tierras altas de Tunja y Pamplona contribuyen con su abundante rio de Sogamoso ó Colorada, que desemboca cerca del nuevo puerto de Barranca-bermeja.

Entre ellos se encontraban varios jefes y oficiales de mérito, tanto granadinos como venezolanos, y asi como hubieron llegado á Guadaslito para dar unidad y eficacia á los esfuerzos comunes tal era al menos su propósito establecieron un gobierno, nombrando como Presidente de la República al ex-gobernador de Pamplona, teniente coronel Fernando Serrano, y á Urdaneta, á Servier y al Doctor Francisco Javier Yánes por Consejeros de Estado, con el coronel Santander como jefe del ejército.

El empleo de brigadier, el título de ciudadano de la Union, y además el mando en jefe de la division, de Cúcuta, fueron las recompensas otorgadas á Bolívar por tan señalado triunfo. Unida su fuerza á la que trajo el coronel Manuel Castillo, jefe militar de Pamplona, ascendia ya á unos 1.200 hombres bien municionados y armados.

En compañía del duque de Lancaster llegaron á Pamplona, con la vanguardia inglesa, los reyes de Mallorca y de Navarra y el impaciente Don Pedro de Castilla. También se contaban allí apuestos caballeros gascones, procedentes de Aquitania y de Saintonge, de La Rochelle, Quercy, el Lemosín, Agenois, Poitou y Bigorre, con los pendones y fuerzas de sus distritos respectivos.

Y no es de omitir el numeroso contingente del país de Gales, bajo la bandera escarlata de Merlín. Allí también el anciano duque de Armagnac con su sobrino el señor de Albret, los de Esparre, Breteuil y tantos más. Al cuarto día todo el ejército quedó acampado en el valle de Pamplona y el príncipe inglés convocó á sus jefes á consejo en el palacio real de la antigua capital de Navarra.

Reunido á Paez en el Mantecal, le mandó que permaneciese en Apure haciendo frente al enemigo acantonado en Varinas, y que tratase de interceptarlas comunicaciones entre Venezuela y Nueva Granada, ocupando á Pamplona, ó si posible fuera, á Suata.