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La cosa fue anteanoche continuó el capataz . Yo lo supe ayer por la tarde; vinieron a decírmelo de las Carolinas... No he querido ir a verle. ¿Para qué? ¿Voy acaso a resucitarlo?... Ya estará enterrado; los que lo vieron dicen que estaba hecho una lástima. Un balazo en la frente, otro en la boca: plomo por todas partes.

Maltrana vio a un hombre salir de la carretera con dirección al ventorro. Es Coleta dijo el jefe del fielato . Domingo, el famoso trapero de las Carolinas. Llevaba a la espalda un saco vacío, pero él caminaba encorvado ya, como si presintiese su peso.

En Manila se decía, añadió el viajero, que el joven sería desterrado á Carolinas, habiéndole hecho firmar de antemano una peticion en que se hacía constar que así voluntariamente lo pedía. El viajero había visto el vapor que le iba á conducir.

Temía las visitas de éstos, y aun a los más íntimos les daba cita en el salón del Ateneo llamado de la «Cacharrería». Feli, por su parte, también experimentaba los beneficiosos efectos de la nueva existencia. Mostrábase alegre; sólo de tarde en tarde pasaba una nube por sus ojos, acordándose del Mosco. ¡Qué haría su padre en la casucha de las Carolinas! ¡Qué diría de ella!...

Esta situación la han modificado la serie de sucesos que han ocurrido en el mar Pacífico, y que han motivado la ocupación real y efectiva de Palaos y Carolinas. Esto ha originado la creación de estaciones navales, estableciéndose frecuentes comunicaciones con aquellos Archipiélagos.

Los acalifos, llamados ortigas de mar, abundan mucho en aquellos mares, y entre los pólipos se cuentan los anémonas de mar, las madréporas y los corales, que llegan á constituír en los mares filipinos numerosos arrecifes sumamente peligrosos para la navegación, cuyos arrecifes dan lugar con el tiempo á nuevas islas, como son la mayor parte de las llamadas Carolinas y Palaos.

En los días de trabajo, si el tiempo era bueno y Maltrana tenía en el bolsillo algunas pesetas, encaminábase al barrio de las Carolinas, para almorzar con su amigo el Mosco, el cazador furtivo, cuya gloria llegaba hasta Colmenar.

Más acá esparcíanse, por la línea irregular del horizonte, grupos apretados de luces o rosarios de llamas sueltas, como si la tierra fuese una laguna de betún que reflejase los astros sombríamente. El Mosco extendió el brazo con la seguridad de un experto conocedor del nocturno paisaje. Las luces más cercanas eran de Bellavistas y las Carolinas; las otras de Chamartín y Tetuán.

Se había familiarizado con la posibilidad de este suceso durante los años de su vida en las Carolinas al lado del dañador. Apenas si lloró. Permaneció anonadada, embrutecida por la sorpresa. Maltrana, al volver a casa por la noche, vio sus ojos enrojecidos, como si al encontrarse sola sintiese con más intensidad la desgracia, entregándose largas horas al llanto.

Lo que habéis hecho continuó el Federal es una chiquillada que no tiene nombre. ¿Os queríais?... está bien; pues haber venido a , que soy la práctica, y juntos hubiésemos ido a las Carolinas a tener un rato de sociedad, y yo, con mi labia, habría presentado una moción... «Hermano: estos chicos se quieren, ya tienen edad de ser autónomos, y deben confederarse ante la Naturaleza.