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Amén agregó doña Inés, más devota que burlona. Para servir mejor a mi Dios continuó el fraile, permitidme que me retire a mi habitación... No tenéis por qué incomodaros acompañándome, joven duque; yo conozco el aposento que me destináis y puedo ir solo y abrirlo, con la gracia de Dios, llave que abre todas las puertas. Buenas noches. Buenas noches, padre repuso a coro la compañía.

Sonrió la niña, y me señaló a lo lejos los picos más altos de la Sierra, y agregó: Diga usted: ¿No es en aquellos valles donde está el pueblo de San Sebastián? . Pues... ¡allí está Angelina! De madrugada, antes de salir el sol, monté a caballo y salí de la hacienda camino de Villaverde. Era domingo.

Conviene que obtenga este año una mención en los Artistas franceses.» Y Joaquín le respondió: «¡No se preocupe usted...! ¡La tendrá...!» Y agregó: «Es muy rica, ¿verdad?» A lo cual le contestó el patrón: «¡Ya lo creo! ¡Es más rica que Berta Morizot...!» LORENZA. ¡Caramba! ¡Qué bien enterados están estos señores...! EL MODELO. ¡Bah! Son unos vivos que saben lo que se traen entre manos.

¡Y yo exclamó Antonia, aquí en esta casa desierta me quedo con mi hermana... y con el remordimiento de mi amor! agregó separándose de la ventana para no ver la partida de los coches y con la mano puesta sobre el corazón como queriendo amortiguar sus latidos. «Lille, 16 de septiembre.

¿Quién desea un cimarrón? preguntó Baldomero, parándose en la puerta, y agregó: Buenos días, señores. Buenos días contestaron; pase adelante. ¿Han descansado? Hemos dormido perfectamente. ¡Pero han soñado mucho! dijo Melchor, riendo, mientras servía el desayuno. Si... ¿no? ¿y con quién? Son pavadas de éste repuso Ricardo. ¿Pavadas?... ¿Y el galope que ha pegado Lorenzo con la Pampita?...

¡Vaya! exclamó. ¡Hemos concluido! El P. Solís quedará contento. Y volviéndose cautelosamente para ver si estábamos solos, agregó: ¿No lee usted ya? Ha tiempo que cerré el libro. ¿Qué hacía usted? Verla a usted. ¿Verme? ; admirar tanta belleza.... ¿Tanta belleza? Parece que el señor don Rodolfo se ha vuelto galante....

Ahora ya sólo Dios podría inspirarte celos. Tu abnegación es sublime: me admira... Y me causa envidia agregó, bajando la voz. Hija mía dijo el ministro de Dios, su amiga, su hermana Antoñita ha acudido a su llamamiento. Acaba de llegar; ahí está. Antonia, al verse descubierta, lanzó un grito y vertiendo abundantes lágrimas se acercó a la enferma.

¿Perla? más bien Rubí, ó Coral, ó Rosa encendida por lo menos, á juzgar por tu color, respondió el anciano ministro extendiendo la mano, inútilmente, para acariciar la mejilla de Perla. ¿Pero dónde está tu madre? ¡Ah! Ya comprendo, agregó; y dirigiéndose al Gobernador le dijo en voz baja: Esta es precisamente la niña de que hemos hablado; y ved ahí á esa infeliz mujer, á Ester Prynne, su madre.

Y dirigiéndose a Paulina agregó: ¿Queréis tener la bondad de darme un vaso de agua fresca, señorita? No, nada más... un vaso de agua fresca, porque me muero de sed. Y yo dijo riendo Bettina, mientras Paulina corría en busca del vaso de agua, yo me muero de otra cosa, me muero de hambre.

Pregúntenlo a quien quieran, pregúntenlo a todos... digan ustedes agregó dirigiéndose a los criados, que se miraban azorados: deseaba provocar en el acto el testimonio de los presentes digan ustedes que la conocieron, que poseyeron su afecto, si es posible, si es creíble...