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No cómo con ella y lo que comes no estás más gordo... Te llamo a las once de la noche y esta es la hora en que te descuelgas por aquí... ¿ sabes lo que pasa?». Esto lo decía en la sala, al ver entrar a Nicolás, cuyos ojos tenían aún señales evidentes de lo bien que había dormido. Al sentir el coloquio, salió la pecadora de su escondite, y acercándose a la puerta de la sala trató de escuchar.

Además, puede que se haya dormido, y en tal caso hasta mañana no habrá riña por mi tardanza; y lo que es mañana, ya estaré yo tan limpio de vino como el Corán. Llegó a casa, abrió con su llavín, encendió una luz, subió de puntillas y entró en las habitaciones de su mujer.

Después se puso a rezar por lo bajo; y a medida que se le calmaban las angustias iba cerrando los ojos, hasta que acabó por quedarse dormido; y así dormitando y despertando a cada instante, pasó mucho tiempo.

Los colores de tu tez celeste se parecen al bermellon que hermosea las megillas de un nino dormido en el seno de su madre y mecido con los latidos de su corazon; se parecen al color de rosa que dejan caer los ultimos rayos del dia sobre la nieve de los ventisqueros, y que puede equivocarse con el pudico sonrosado de la tierra recibiendo las caricias del cielo.

Sola una cosa tiene mala el sueño, según he oído decir, y es que se parece a la muerte, pues de un dormido a un muerto hay muy poca diferencia. -Nunca te he oído hablar, Sancho -dijo don Quijote-, tan elegantemente como ahora, por donde vengo a conocer ser verdad el refrán que algunas veces sueles decir: "No con quien naces, sino con quien paces".

Finalmente, Sancho se quedó dormido al pie de un alcornoque, y don Quijote dormitando al de una robusta encina; pero, poco espacio de tiempo había pasado, cuando le despertó un ruido que sintió a sus espaldas, y, levantándose con sobresalto, se puso a mirar y a escuchar de dónde el ruido procedía, y vio que eran dos hombres a caballo, y que el uno, dejándose derribar de la silla, dijo al otro: -Apéate, amigo, y quita los frenos a los caballos, que, a mi parecer, este sitio abunda de yerba para ellos, y del silencio y soledad que han menester mis amorosos pensamientos.

Hubo momentos en que su imaginación, lanzada en el camino de la insensatez, hízole pensar que, como en los cuentos fantásticos, un colosal murciélago le abanicaba con sus alas, para chuparle la sangre después de dormido.

Quizás todas aquellas invocaciones que la señora hizo a los santos obtuvieron buena acogida, y algún ángel inspiró al ratoncito Pérez la idea de dejar para otra vez el recuento de sus ahorros. Pero la Pipaón no las tuvo todas consigo hasta que no le vio guardar la arqueta, ponerla en su sitio cuidadosamente, como se pone en la cuna un niño dormido, y echar la llave a la gaveta.

» me contestó; hace algunas noches que no he dormido, y esto me desconsuela... Este insomnio hace más largos los días... ¡cuánto deseo con toda mi alma acortarlos! »Había en estas frases tanto dolor y tanta resignación, que todo mi valor me abandonó: no veía en aquel instante más que a Carlos, a quien iba a perder; ¡a Carlos próximo a la muerte!... Y todo mi corazón cedía a esta idea espantosa.

Mi padre lo ha recordado muchas veces á mi madre delante de , y mi buena madre le contestaba sonriendo: yo, señor, no dormí tampoco. ¿Pero creo que vos habéis dormido esta noche pasada? dijo don Juan. Accedió mi abuelo, y apenas se vieron fuera de la población, mi padre le dijo quién era, cuánto poseía, que estaba perdidamente enamorado de su hija, y que quería casarse sobre la marcha con ella.