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No le quisiera tener a usted de rival en un periódico. ¿Qué le ha dicho a usted? Ha estado muy amable. Tenga usted cuidado, por si acaso. Mire usted que estos son unos bandidos. Le he indicado que soy francés. Bah, no importa. Este verano han fusilado a un periodista alemán amigo mío. Tenga usted cuidado. ¡Oh! Lo tendré. Ahora, vamos a cenar.

Anita contestaba con sonrisas.... De pronto apareció Visitación la del Banco, que vestía un traje de organdí con flores de trapo por arriba y por abajo. El escote era exagerado. Chica, vienes escandalosa le dijo la Marquesa, mientras le mordía la cara al besarla, para apagar así la risa. Visita miró como pudo hacia donde había mirado doña Rufina, y contestó sin turbarse: ¡Bah, no me parece!

, señor... y si no, ¿por qué ha dado de estocadas vuestro sobrino á don Rodrigo Calderón? Han sido asuntos suyos... Pues mirad, tiene muy malos asuntos vuestro sobrino. ¡Bah! ¡no tan malos como creéis! Pero en fin, ya que habéis hablado de mi sobrino, por él venía, porque supongo que habrá pasado aquí la noche.

El viejo hablaba melancólicamente, como si viese ya la ruina del brazo con la muerte rondando en torno de él. Juanito se fastidiaba.... ¡Bah! Aprensiones de viejo. Los domingos, a las siete de la mañana, salía Juanito de su casa con el alegre desembarazo del colegial que en día de fiesta todo lo ve de color de rosa.

Pero yo averiguaré.... Veremos, Gabriel... pensaremos en ello. ¿Y los canónigos? ¿Y el cardenal? ¿No se opondrán a que la pobre muchacha vuelva a las Claverías? ¡Bah! La cosa ocurrió hace tiempo y pocos se acuerdan. Además, la muchacha podemos llevarla a un convento, para que esté recogidita y tranquila, sin escándalo de nadie. No; eso no, tía. Es un remedio cruel.

La enfermedad de la fe nos ha dejado sin fuerzas; somos como esos seres que, después de sufrir una dolencia en su juventud, quedan anémicos para siempre, sin reconstitución posible, condenados a prematura vejez. ¡Bah!, ¡la ciencia! dijo el Vara de plata yendo hacia su casa . Conozco eso. Es la eterna música de todos los enemigos de la religión. No hay mejor ciencia que amar a Dios y sus obras.

¡Bah! exclamó Gabriel con expresión de indiferencia . Algo hay de esos adelantos. Las revoluciones políticas han puesto a España en contacto con Europa. La corriente progresiva ha cogido a este país, arrastrándolo como arrastra a los pueblos asiáticos y oceánicos. Hoy nadie se libra de ella.

Jamás se da un escándalo; las mujeres no se extralimitan en nada; nunca hemos tenido disgustos con la Policía. Pero me estoy charla que charla y no me acuerdo de que hablemos de ti. CIRILO. ¡Bah! ¡Yo no soy interesante...! LEONIE. ¿Por qué...? Vas a ser desmovilizado y debes preocuparte del porvenir... CIRILO. Volveré en seguida a mi antigua profesión...

¡Ella! repuso Ivona ; pero no me has pagado más que por ti. ¡Bah! seré generosa. Después reflexionó un momento poniéndose el dedo en la frente.

¿Qué vamos á poner? contestó el P. Sibyla. El General pondrá lo que guste, pero nosotros, religiosos, sacerdotes... ¡Bah! interrumpió Simoun con ironía; usted y el P. Irene pagarán con actos de caridad, oraciones, virtudes, ¿eh?