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Maldición sacrílega escapose de sus labios, y renegó de que hubieran venido a estar tan cerca su deshonra y el santuario donde le habían dorado la infame píldora de su ilusión. En otros términos: él había ido allí en busca de una hostia, y le habían dado una rueda de molino... y lo peor era que se la había tragado.

Pero cuentan con el auxiliar poderoso de los tontos y del sentimentalismo femenil, que avanza en su busca y se ofrece, diciéndoles: «Dominadnos, haced de nosotros lo que queráis, y dadnos en cambio el cieloAresti no creía, como los enemigos de la Compañía en otros tiempos, en la grandeza y el poder del jesuitismo. La sabiduría de sus individuos era una leyenda.

Harto sabía Carolina que el amor de don Quintín no había llegado al terreno práctico, y desde que le abrió la puerta comprendió que iba en busca de noticias de su compañera; pero con la rapidez del pensamiento concibió el atrevido proyecto de seducirle.

Uno de sus amigos, libertino recalcitrante, díjole: Busca una amante en la Opera; ese teatro está de moda, todo el mundo va a él; se sabrá, hará ruido, y eso es todo lo que te hace falta. ¡Yo! murmuró Arturo enrojeciendo de indignación. ¡Mezclarme en una intriga de ese género!

Las unas se inclinan al oriente en busca del Ebro; las otras concurren á formar el lindo rio Besaya, centro del pequeño valle marítimo de Santander. El aspecto de la hoya del Besaya era riquísimo de colorido y vitalidad. Un país enteramente distinto de cuantos habia recorrido en España, y particularmente en Castilla, se ofrecia á mi contemplación.

Mientras habían de esperar al Mesías, cada día desesperaban, y cuando ya, por llegado, no le han de esperar, sino creer; todo se les va en esperar. Antes idólatras cada día, ahora apenas se lee, que haya habido quien idolatre. Pues no es el mismo Infierno el que les busca?

Lo que acabó de ponerle mal con El Faro y sus redactores, fué cierta gacetilla en que se censuraba al ayuntamiento y al alcalde con alguna dureza, por el lamentable abandono en que tenían los servicios de policía urbana, y lo poco que trabajaban por hacer agradable la temporada de verano «a los distinguidos escrofulosos que acudían a la playa de Sarrió en busca de salud».

Nosotros le llamábamos el sainetero, por ser hijo de D. Ramón de la Cruz. Adelante, pues al llegar a Menjíbar, encontramos la población muy alborotada porque un destacamento francés, enviado a Jaén en busca de víveres, después de saquear horriblemente esta ciudad, había retrocedido a su cuartel general, asolando a su paso la comarca.

Aquel movimiento de expansión en busca de la prosperidad, que se había señalado en la dirección del vendamont, bajando de la montaña al valle, ya volvía a indicarse en una reacción proporcionada en sentido de vendaval, echando otra vez al monte, a los caserones de los vericuetos, a las proles numerosas de los Valcárcel, multiplicadas sin ton ni son, incapaces de trabajar; porque no se puede llamar propiamente trabajo, a lo menos en el sentido económico, los mil apuros que en redor de los tapetes verdes pasaban los parientes de Emma, casi todos jugadores, y muchos de ellos víctimas de su pasión, que estalló en forma de aneurisma.

Cristina dejó pasar mucho tiempo y cuando los arpegios del piano la hicieron saber que Pepita estaba en el salón, se dirigió con paso resuelto en busca de su marido. Tembló al dar un golpe en la puerta para anunciar su presencia. Se acordaba de los cuentos de la infancia; de aquellas niñas medrosas que iban en busca del ogro.