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Le la mano, la tomó, y antes de que yo pudiera preverlo ni impedirlo, me la besó... Si te crees que el beso de aquellos lindos y frescos labios me produjo un inmenso placer, te engañas. Ese beso me ocasionó sorpresa y confusión, además del secreto chasco de sentir bajo su candor un sentimiento de inconsciente veneración.

Tistet no era noble; pero el Papa deseaba a toda costa recompensarlo por los cuidados que había tenido con su bestia, y especialmente por la actividad que acababa de desplegar durante la empresa de salvamento. ¡Valiente chasco se llevó la mula al día siguiente! ¡Ah, bandido; algo se ha olido él! pensaba, mientras sacudía con furia sus cascabeles.

Y si has pensao que porque está aquí el tu marido me he de morder yo la lengua y me he de amarrar las manos, te llevas chasco.... Mira, pa él y pa ti. Y la escanciadora del aguardiente, fingiendo una sonrisa de desprecio hasta alcanzarse las orejas con los extremos de su boca, escupió en medio del corro con la desenvoltura más provocativa.

Villamelón, con mucha dignidad, replicó al punto: Mira, Curra, en la mesa no discuto... ¿Sabes?... Pero tienes parcialidad por Jacobo y vas a llevarte un chasco muy grande, muy grande... ¿Me entiendes, Curra?... Ese viajito repentino me da mala espina: apuesto a que no va solo.

De estas cosas y otras que también dejo mencionadas, y algunas que mencionaré más adelante, ya le enteré a usted en su debido tiempo, así como del rumbo que gastaba el inglés principal, lo apegado que estaba a la villa, y lo muchísimo que la hubiera enseñado, si como se marchó a los dos años de haber venido, porque la mina les dio chasco, permanece entre nosotros dos años más siquiera; pero se lo vuelvo a referir a usted porque, en mi deseo de darle el cuadro completo, no quiero omitir en él ninguno de sus componentes principales, aunque ya le sean conocidos.

Hechas estas reflexiones, que asaltaron con rapidez y en tumulto la mente del Vizconde, y movido además por el deseo, por el cariño y hasta por la obligación en que se creía de ofrecer consuelo, a fin de no pasar por descortés y por sandio, el Vizconde recordó con viveza las antiguas intimidades y mostró con mayor viveza aún el prurito de renovarlas. Pero se llevó chasco y se quedó frío.

¿Qué quieres? me añadió de allí a un rato; nadie quiere creer sino en la experiencia: todos entramos buenos en el mundo, y todo andaría bien si nos buscáramos los de una edad; pero nuestro amor propio nos pierde: a los veinte años queremos encontrar amigos y amantes en las personas de treinta, es decir, en las que han llevado el chasco antes que nosotros, y en los que ya no creen: como es natural, le llevamos entonces nosotros y se lo pegamos luego a los que vienen detrás.

¡Aquí! ¡aquí! ¡a trabajar todo el mundo! gritaba Visita chupándose los dedos llenos de almíbar. ¿Pero qué es esto, señoras? ¿No estaban ustedes en casa de Visita preparando la merienda? Visita se ruborizó levemente. Se celebró a carcajadas el chasco que se llevaría el pobre Joaquinito Orgaz, que había ido a caza de Obdulia.... Obdulia lo explicó todo.

No señor dijo la voz prontamente y sin hacer ningún esfuerzo. No le ha querido nunca... esta es la cosa. No señor. Pero usted me dijo que esperaba tomarle cariño conforme le fuera tratando. lo dije. Pero no ha resultado... No ha resultado. ¡Chasco como este...! Se dan casos... De modo que nada. Nada. ¡Perfectamente!

Currita metió dentro la mano y encontró en el fondo un ramo marchito de aquellas fragantes flores; miró algún tiempo con cierta extrañeza, como quien pretende recordar algo, y exclamó al fin, cayendo en la cuenta: ¡Ya! Y de repente, poniéndose muy seria con la enfurruñada cara de quien se teme un chasco pesado, murmuró muy enfadada: ¡Pues tendría que ver!... ¡Estaría bonito!...