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Ya sabe la señorita que está a su disposición. Es muy grande para nosotros; pero tengo aquí una amiga que vive en compañía, doña Fuensanta, viuda de un señor comandante. Mi marido es bueno como los panes de Dios. Me gana catorce riales y no tiene ningún vicio. Vivimos tan ricamente.

Mira, mujer, para que los jóvenes adquieran energía contra el vicio, es preciso que lo conozcan, que lo caten, , hija, que lo caten. No hay peor situación para un hombre que pasarse la mitad de la vida rabiando por probarlo y no pudiendo conseguirlo, ya por timidez, ya por esclavitud.

La fuente de la riqueza es el trabajo: fuera de él se busca en Paris y se adquiere con los auxiliares que se ofrecen, ora la prostitucion ora el vicio. Los hombres, las mujeres, corren desatentados en confuso torbellino en busca del dinero, y un vértigo les empuja, una sed hidrópica de oro los consume.

Viva tranquila; tampoco ha menester careta. ¿Veis su cara angelical? ¡Qué suavidad! ¡Qué atractivo! ¡Cuán fácil trato debe tener! No puede abrigar vicio alguno.

En este supuesto, Cervantes con un solo libro es más fecundo que Lope de Vega con sus millares de comedias. Lejos, pues, de enorgullecerme por el número de obras que llevo escritas, me avergüenzo pensando en los grandes escritores que tras larga y laboriosa vida no han producido otro tanto. Es un vicio de la época al cual tampoco he podido sustraerme.

Te llevas un mozo de circunstancias; te llevas mis pies y mis manos... Un hombre corriente y trabajador como el que más... que te saca una cuenta de multiplicar ó dividir en menos tiempo que se persigna un cura loco... Solamente tiene un vicio... que se le cuela al pobrecillo el dinero por entre los dedos como si fuese agua...

Yo no amo a nadie; por esta causa estoy resuelta a acostarme con todo el mundo. No aportaré vicio alguno con la ejecución de este programa.

Viviendo, el alma duda, y aunque en todo se siente el fin supremo claro, visible y trasparente, se envejece del vicio en negra esclavitud; el hombre olvida el gérmen de su orígen divino, que á todos roban algo las zarzas del camino, su vellon á la oveja y al hombre su virtud.

Ahora me dan... estos mareos... Todos tenemos nuestras debilidades, hija... ¡Miseria humana! He contraído un pequeño vicio; pero no ha sido por relajación, no; ha sido por tristeza, por la fuerza de mis desgracias sin número. Creo que me comprenderás». Isidora, en efecto, no comprendía nada.

Mas yo, por te engrandecer, de hoy más, pródiga he de ser; que, aunque es vicio, es vicio honrado y de pecho enamorado, que en el dar se echa de ver.