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Actualizado: 18 de julio de 2025
Sabes que tengo la pasión del campo, la pasión de la mar, la manía de andar mucho, y el vicio de embadurnar lienzos y papeles, por no decirte que tengo el vicio de pintar; pues para saborear y dar fomento a estos vicios y pasiones, hay aquí no solamente los medios abundantes que ofrece la Naturaleza, sino ciertos recursos accesorios, pero de grandísima importancia, que me ha proporcionado la casualidad.
¡Oh, sí, señor!... es verdad... tiene usted mucha razón. A todo el mundo le gustan... Pero es un vicio muy caro... Sólo los grandes potentados como el señor Duque pueden permitirse... Don Rufo se confundía, creyendo haber dicho una necedad. ¿El señor Duque posee muchos cuadros de los mejores pintores, según tengo entendido? dijo a la sazón don Rosendo para salvar a su compañero.
Otra vez te he dicho, niña respondió el don Juan que había de ser Andrés Caballero , que en todo aciertas sino en el temor que tienes que no debo de ser muy verdadero; que en esto te engañas, sin alguna duda; la palabra que yo doy en el campo, la cumpliré en la ciudad y adonde quiera, sin serme pedida; pues no se puede preciar de caballero quien toca en el vicio de mentiroso.
Aquel saludo que nos hizo, fué un consuelo que quiso darnos, que realmente nos dió. Hay otras que tienen la conciencia de la virtud, sin embargo de vivir en el vicio. A estas últimas pertenece Luisa. Ha pasado por la deshonra, y no ha perdido totalmente el encanto de la inocencia. Es más inocente por su alma, que muchas jóvenes lo son por su edad. Mudemos de decoracion.
El pobre de la pierna es el que lo pasa regularmente. Porque aquello no duele. Lleva su pierna por delante como si fuera una cosa bonita que el público desea conocer. Hay mucha miseria observó la dama, tomando el tema por otro lado , y los que tenemos qué comer nos quejamos de vicio. Mientras más padezcamos aquí, más gozaremos allá.
Tenía ya catorce años y llevaba dos de carrera con brillantes notas cuando falleció su padre. Su pobre madre tuvo la debilidad de casarse antes de cumplir los dos años de viudez con un sujeto de carácter bondadoso, pero dominado por el vicio del juego, y después de casado también por la embriaguez. Aquello fue un desastre.
Sin duda que teneis, dixo Candido al Turco, una vasta y magnífica posesión. Nada mas que veinte fanegadas de tierra, respondió el Turco, que labro con mis hijos: y el trabajo nos libra de tres insufribles calamidades, el aburrimiento, el vicio, y la necesidad.
Llorais porque sus rubias cabezas inclinaron Sobre la fria almohada del lecho sepulcral, Y cual mortales tristes al sueño se entregaron, Y ángeles despertaron del coro celestial? ¡Oh! no sabeis sin duda que la alta Providencia Para su dicha eterna tal vez lo quiso así, Para salvar del mundo su cándida inocencia Que atropellar pudiera del vicio el frenesí.
Alegro y bulliciosa, muy dada a fiestas y saraos, encanto de toda buena sociedad, a los veinte años se tornó silenciosa, reservada, melancólica. ¿A qué se debió tal cambio? Pero no era, como ellas, murmuradora y amiga de censurar a toda bicho viviente, vicio de cortijos y poblachones, donde no se vive más que para espiar a los vecinos y relatar diariamente cuanto éstos hacen o dejan de hacer.
Como se veía aplaudida y mimada por aquel hombre, le mostraba su interior inocente, pero voluble y caprichoso. Núñez comprendió que el vicio no arraigaría jamás en su temperamento infantil pero podía caer por la ligereza increíble de su espíritu. Al cabo se alzó sofocada del diván. Cuando entró en el gabinete debía de tener el rostro encendido.
Palabra del Dia
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