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37 Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38 Y llegaron a la casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho. 39 Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.

Pero si vuestro prometido os ama, hay que confesar que su amor tiene pasos muy cortos. Qué, condesa, ¿lloráis? Tengo un presentimiento. Le ha ocurrido una desgracia. EL CONDE. ¡Crees! Es chistoso; hasta ahora, yo estaba seguro de que era a nosotros a quien nos había ocurrido una desgracia. ELSA. Esta mañana, cuando vi la luz del sol, ya experimenté un presentimiento doloroso.

Nos parecemos mucho, don Francisco; yo soy deforme y vos lo sois también, aunque menos; vos lloráis riendo, y yo río rabiando; vos os mostráis contento con lo que sois, y queréis ser lo que ninguno se ha atrevido á pensar; yo llevo con la risa en los labios mi botarga y siempre alegre sacudo mis cascabeles, y si pudiera convertirme en basilisco, mataría con los ojos á más de uno de los que me llaman por mucho favor loco... ¡Ah! ¡ah! ¡ah! yo, estruendo y chacota del alcázar, llevo conmigo un veneno mortal, como vos en vuestras sátiras regocijadas ocultáis el veneno de un millón de víboras; sois licenciado y poeta y esgrimidor, y aun muchas cosas más.

Doña Juana estaba inmóvil: Llorais, padre de mi corazon? le dijo: vuestra hija no puede ya imitaros. Cuando sorprendí á la querida de mi esposo, se me agotaron las lágrimas. ¡Considerad cuál seria mi tristeza!

Réstame por deciros, que el mozo es un oro, que si su sangre pudiese honrarse, la honraría, y que es gran pena, que en vez de ser hijo á trasmano, no lo fuese de mi señora la duquesa doña Catalina. Y como me tarda que ésta llegue á manos de vuecencia, abrevio el tiempo poniendo punto final. Guarde Dios á vuecencia. Plegó esta carta, la cerró, y se fué hacia doña Catalina. ¿Lloráis? la dijo.

Por supuesto... las cartas de don Rodrigo... Ese hombre es un miserable, un calumniador... Es joven, é inexperto. Pues decidle... decídselo, que si me ha podido interesar... algo... por circunstancias especiales, ahora por circunstancias especiales le desprecio. Pero le vais á matar... Quien es hablador, embustero, mal nacido, no puede amar. Pero ved que lloráis. De rabia.

Tuvimos en España el absolutismo, y absolutismo tuvísteis, los frailes cubrieron nuestro suelo con sus conventos y conventos ocupan la tercera parte de Manila; en España rige el garrote, y el garrote aquí es la última pena; somos católicos y os hicimos católicos; fuimos escolásticos y el escolasticismo brilla en vuestras aulas, en fin, señores, lloramos cuando llorais, sufrimos cuando sufrís, tenemos los mismos altares, el mismo tribunal, los mismos castigos, y justo será que os demos tambien nuestros mismos derechos y nuestras mismas alegrías.

»Al reconoceros, al daros lo bastante para que un noble pueda vivir en la corte de sus reyes como conviene á su nombre, he cumplido con Dios, con mi corazón y con mi honra. Un Girón, por más que sea bastardo, no puede llevar sino como antifaz, y durante cierto tiempo, un apellido ajeno por noble que sea. Escribo esta carta con las lágrimas en los ojos; acabáis de nacer y lloráis junto á mi.

Así en mi corazon, de amor fecundo, Ha brotado en un dia una flor pura, Y esa flor de rarísima hermosura Es por mi simpática amistad. Por qué llorais, esposos, la prematura muerte De las criaturas bellas, frutos de vuestro amor, Cuando al morir cambiaron perecedera suerte Por la que goza el ángel en torno del Señor.

19 Y toda la multitud procuraba tocarle; porque salía de él virtud, y sanaba a todos. 20 Y alzando él los ojos a sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres; porque vuestro es el Reino de Dios. 21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. 24 Mas ¡ay de vosotros, ricos! Porque tenéis vuestro consuelo.