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Les atormentan los paquetes que intentan arrastrar; caminan tambaleándose, como la hormiga que empuja un grano superior á su estatura. En este cansancio aplastante se adivina un nuevo suplicio, el de ir vestidos con las ropas guardadas durante muchos años para las grandes ceremonias de la vida: ella con falda de seda dura y crujiente; él puesto de levita y paletó de invierno.

Te amo, Sagrario; somos dos fugitivos de la sociedad que deben hacer su camino juntos; a me detestan por peligroso; a ti te desprecian por impura: la desgracia nos empuja. Nuestros cuerpos están envenenados, llevamos las heridas del vencido; pero antes de morir alegremos nuestra existencia con el amor; pidamos rosas, como la pobre Lucy.

El soldado que lo guía cambia de dirección para no aplastar á esta desesperada que permanece inmóvil, con los brazos en alto. Su prudencia resulta inútil, pues la mujer, moviéndose en igual sentido, marcha á su encuentro. La multitud grita de angustia. Con un violento tirón de frenos, el automóvil se detiene cuando su parte delantera empuja ya á esta suicida. Debe haber recibido un fuerte golpe.

Al sonar el reloj, levanta el dueño los reales de la chimenea, dice á todo el mundo: «vámonos á dormir,» y entre tanto él sale á un terrado al cual dan varias puertas, y empuja por la parte de afuera para probar si los muchachos han cerrado bien.

Por cada lado ruedan violentos remolinos en el fondo de los cuales chocan las piedras, produciendo para las edades futuras «ollas de gigante». Por la fuerza del huracán que la empuja, el agua, blanca y chispeante, entra rápida en el canal; sin embargo, poco á poco su marcha se hace lenta y adquiere un tono de azul calizo como el del ópalo; luego, sólo presenta ligeras estrías de espuma, y poco después encuentra su calma y su reflejo azul.

No más que con dar Aquiles una voz desde el muro, se echaba atrás el ejército de Troya, como la ola cuando la empuja una corriente contraria de viento, y les temblaban las rodillas a los caballos troyanos.

Estoy enferma no de qué: enferma de exceso de vida; me empuja no dónde; seguramente donde no debo ir... Si no fuese por mi fuerza de voluntad, caería tendida en este banco. Estoy como los ebrios que hacen esfuerzos por mantenerse sobre las piernas y marchar rectos. Era verdad, estaba enferma.

No me dice nada, pero me empuja, me echa en brazos de los que debiera considerar como rivales...». Y esto era lo que ella quería que él pagase. ¿Cómo? Suponía la Gorgheggi que aunque él no estuviera ya enamorado, se creía querido todavía; y engañarle, arrojarse con ardor al vicio, al amor lucrativo; remachar los besos que vendía, era su venganza.

Un gato empuja la puerta y llega sigiloso hasta la cama de la muerta, donde comienza a maullar tristemente, con largos intervalos. Tras el gato entra Benita la Costurera. ¡Doña Monchiña, ni agua caliente había! Tuve que encender unas pajas... Parece talmente que entraron aquí los facciosos.

Bah.... Esos hijos así, nacidos por detrás de la Iglesia.... Luego, si uno oye a los de aquí y a los de allá.... Cada cual dice lo que se le antoja.... La moza es alegre como unas castañuelas; todo el mundo en las romerías le debe dos cuartos: uno la convida a rosquillas, el otro a resolio, éste la saca a bailar, aquél la empuja.... Se cuentan mil enredos.... ¿Usted se ha fijado en el gaitero que tocó hoy en la misa?