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Harto hace, a mi entender, con ayudarnos a vivir modestamente: no le pidamos hoteles, coches y alfombras como en Francia o Inglaterra porque no puede dárnoslos.

Aunque en la noche obscura, en el tortuoso y áspero camino y en la larga y cansada peregrinación, busquemos en balde reposo en las ruinas del templo, y pidamos inútilmente consolación y fe a los monjes difuntos, todavía una fe más radical y más íntima persiste en el ápice de la mente, surge del abismo del alma y no nos abandona. Todavía nos asiste Dios, nos guía y nos conforta.

A coronarnos, , pero de espinas; á descansar, , pero sobre una cruz. Aquí acabo, porque desde aquí deben comenzar los deseos de un Jesuita indiano. Pidamos á Dios y á su Madre Santísima que destierre de nuestro corazón todo otro afecto y no deje en él sino el ardientísimo deseo de padecer por amor de quien nos amó hasta dar por nosotros la vida

Pesaríame por ti... ¿pero qué digo, pesarme?... bebe, Catalina, luz de mis ojos, bebe... embriaguémonos... olvidémonos de todo... pidamos á Dios que disponga como nos conviene de mi señor el conde de Lemos. ¡Qué! ¿serías capaz?...

Cleveland, para que él proteste también sin que nosotros lo pidamos ó lo exijamos y para que no se prevalga de la insinuación y del permiso con que le excitan y facultan á reconocer la beligerancia.

Te amo, Sagrario; somos dos fugitivos de la sociedad que deben hacer su camino juntos; a me detestan por peligroso; a ti te desprecian por impura: la desgracia nos empuja. Nuestros cuerpos están envenenados, llevamos las heridas del vencido; pero antes de morir alegremos nuestra existencia con el amor; pidamos rosas, como la pobre Lucy.

Un día, Gonzalo, enojado consigo mismo por lo que gastaba sin sustancia, le dió la llave del dinero. «Mira, guarda esa llave; ni Ventura ni yo tenemos arte para manejar los cuartos. Cuando te pidamos dinero, lo apuntas en este cuadernito y nos avisas de lo que llevamos gastado en el mes.

Se habían juntado no cuántos; sabían por dónde iba a pasar, y bien tranquilos, ocultos tras la maleza, le hicieron una descarga, sin que el pobre pudiese llevar la mano a su escopeta... ¡Ya estarán contentos! ¡Ya no pensarán más en el Mosco, que era su preocupación!... El pobre Chispas, cuando sane, si es que sana, irá a presidio... Da rabia, Isidro, pensar que hombres tan hombres mueran como perros, por querer vivir de lo superfluo, de lo que otros no necesitan; que los cacen como fieras, sin haber hecho otro delito que cobrar algunos conejos... ¡Puñales! ¡y después aún se extrañan de que pidamos la revolución!...

15 Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, también sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos pedido. 17 Toda maldad es pecado; mas hay pecado que no es de muerte. 18 Bien sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca; mas el que es engendrado de Dios, se guarda a mismo, y el maligno no le toca.

Amigos, bebamos a la salud de nuestra señorita; pidamos a Dios que el esposo nuestro amo la haga tan feliz como merece, que si lo hace, tan estimado será entre nosotros como el arcángel San Rafael. Estas graves palabras determinaron una explosión en la cocina, donde se habían congregado también criados y criadas y mozos de labranza.