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Echósele de rodillas a los pies Florela, y díjole: Vuestro perdón os pido, que yo, por la lealtad que a mi señora tengo, y por el mucho amor que veo que mi señora os tiene, que aunque no lo confiesa, harto claro con las acciones exteriores muestra, he sido la causa de la desdicha que acontece.

Confiesa que tienes más ganas que yo de ir a Madrid. Lo confieso a la faz del mundo. Porque te aburres aquí. Porque me aburro soberanamente. Y porque necesitas un poco de expansión con tus amigos. Y porque necesito mucha expansión. ¿Bromitas todavía, socarrón? exclamó la mujercita tirándole de la nariz. En aquel momento se oyó el ruido de un coche en el patio.

Confiesa y comulga todas las semanas, y oye misa siempre que puede. Yo la dejo mientras no falte a las obligaciones de casa, que como V. sabe, son lo primero. Pero para ser monja, D. Miguel, se necesita un dote, y nosotros no podemos dárselo. Valentín estaba empeñado en hacérselo de su bolsillo, pero yo me opongo. Cuando las cosas no se pueden, hay que resignarse.

Verdad es que no calla la historia que hacia mal una cortesía; pero confiesa que baylaba como las hadas, cantaba como las sirenas, y hablaba como las Gracias, y estaba colmada de habilidades y virtud. Adorábala el amado Nabuzan; pero tenia Falida ojos azules, lo qual causó las mas funestas desgracias.

Después de lo que acabo de decirte, confiesa que es una ironía muy cruel y muy inmerecida. Pero, Dios mío, mi querida prima, dijo Roussel con algún embarazo; me haces más culpable de lo que lo he sido. Si hasta ese punto te horrorizaba el celibato, con tu fortuna, hubieras podido sustituírme con ventaja. Por falta de hombre el matrimonio no fracasa. Ninguno me agradaba sino .

Don Cayetano confiesa que don Santos y don Fermín son enemigos porque son del mismo oficio.

Los conceptos intelectuales puros son una realidad, son algo, siquiera como fenómenos subjetivos de nuestro espíritu, y sin embargo no son sensibles, segun lo confiesa el mismo Kant; luego este filósofo incurre en contradiccion cuando limita la idea de realidad á lo puramente sensible.

Acercáos, acercáos, doña Juana; hace frío... y sobre todo, tenemos que hablar largamente y á corta distancia, á fin de que podamos hablar muy bajo: vengo á buscaros como un amigo; como un amigo que se confiesa necesitado de vos, no como rey. Vuestra majestad puede mandarme siempre. No tanto, no tanto, doña Juana; ya yo que servís con el alma y la vida... A vuestra majestad.

La tormenta estaba encima. Son ustedes muy maliciosas. Es cierto que estuve en la casa del señor Fernández..., ¿y qué? ¡Vaya! ¡Vaya! Confiesa usted... exclamó Luisa, abanicándose. Nada tiene de extraño. Ya saben ustedes que los negocios.... Fuí a recoger una firma. ¡Puede! Si nosotras estábamos allí.... Fuimos a pagar la visita. Ya nos daba vergüenza ver a Gabriela.

Con lo hecho basta, Roger, dijo Norbury. ¡, ! exclamaron otros; se ha portado como bueno. Por mi parte, no tengo el menor deseo de matar á este doncel, si se confiesa vencido, dijo Tránter enjugando el sudor que bañaba su frente. ¿Me pedís perdón por haberme insultado? le preguntó Roger súbitamente. ¿Yo? No en mis días, contestó Tránter. ¡En guardia, pues!