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Cuando edifiqué el hotel, creí que me quedaría meses enteros mirando el mar sin ocuparme de los negocios. Pero por las mañanas voy de un lado á otro, sin saber qué hacer y acabo por mandar que enganchen. Por las tardes es diferente. Paso tranquilo las horas en el jardín, oyendo á Pepita que toca el piano. ¡La vida de familia!... ¡ eres feliz exclamó el médico.

No podemos evitar ciertos inconvenientes porque se trata de inconvenientes, no de peligros más que permaneciendo fuertemente unidos. Yo no la abandonaré, siempre que usted misma no se haga traición. ¡Qué diablo! Yo creí que tenía usted más estómago. ¿Es usted capaz de perder pie, como una francesa, en vez de tenerse firme, como verdadera italiana?

Le vi estremecerse con frecuencia, y llegó un momento en que fue tal su emoción, que tuvo que apoyarse contra un bastidor. Creí entonces adivinar que sentía una pasión desgraciada por alguna de aquellas diosas, pero su edad y su figura hacían poco verosímil semejante suposición.

Mas como la esperanza no abandona nunca, yo aún creí posible que aquella situación se prolongase hasta el amanecer sin empeorarse, y me consoló ver que el palo del trinquete aún estaba en pie.

Su rostro resplandecía de júbilo. ¡Triunfo completo! gritó desde la puerta . Después de Dios, mi hermano Teodoro. ¿Es cierto?... Como la luz del día.... Yo no lo creí... ¡Pero qué triunfo Sofía! ¡Qué triunfo! No hay para gozo mayor que ser hermano de mi hermano.... Es el rey de los hombres.... Si es lo que digo: después de Dios, Teodoro. Fugitiva y meditabunda

No creí, pues, engañarme abordando un asunto en el que estaba comprometido el corazón de una joven. Oliverio le dije, ¿qué pasa entre Julia y ? Sucede que Julia está enamorada de y que yo no la amo. Lo sabía continué yo, y por interés de los dos... Te lo agradezco.

La lancha se alejó: yo seguí viendo aquella gran masa informe, aunque sospecho que era mi fantasía, no mis ojos, la que miraba el Trinidad en la obscuridad de la noche, y hasta creí distinguir en el negro cielo un gran brazo que descendía hasta la superficie de las aguas. Fue sin duda la imagen de mis pensamientos reproducida por los sentidos. La lancha se dirigió... ¿a dónde?

¡Dios mío! ¿Qué es esto? preguntó Bonis espantado, con las manos en cruz, frente al médico. Pues, nada; que su mujer de usted... está nerviosísima, y ha tomado a mal una noticia que yo creí que la llenaría de satisfacción y legítimo orgullo....

Estaba escrita con letra vacilante y temblona, y rezaba: «Ilustre señora: Pedrito y Augustias salieron en un coche para Inhiesta, a las cinco de la tarde de hoy. Se idolatran. Quieren casarse. Yo creí ejecutar una acción generosa ayudándoles. Llevan cincuenta duros que les presté; y no es que los reclame. Perdónelos y perdóneme, si nos equivocamos, por haber amado tanto.

Crei ver a todos los heroes que ya han pasado y a todos los soberanos coronados que todavia gobiernan nuestras almas desde el fondo de sus sepulcros....