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Esas mujeres dijo con repugnancia doña Clara tienen muy mala vida; si es secretamente... querida de don Rodrigo Calderón... tendrá de seguro otro amante público. ; , señora: el duque de Lerma. Doña Clara escribió. Bien, muy bien; ¿dónde vive esa mujer? En la calle Ancha de San Bernardo. Pasemos á la otra persona. ¿Qué antecedentes son los de este tío Cornejo?

DE CÓMO EL TÍO MANOLILLO HIZO QUE DO

De poco vale salir empavesado del puerto si el casco no puede con el aparejo... Ya sabes que Cecilia me gustaba... Siento mucho no poder decirte lo mismo de su hermana... Esto no es hablar contra ella. Ni la conozco bastante, ni a me corresponde hacerlo; pero puedo y debo decirte mis sentimientos, aunque no hagas caso de ellos... ¡Oh, tío!...

No poseo títulos de nobleza, pero tampoco soy de origen oscuro, pues pertenezco a una familia distinguida; hace poco heredé de mi buen tío veinte mil francos de renta y su quinta de Enghien, y estas circunstancias me animan a decirte a ti, que más que amigo eres para un hermano y además estás propicio a darme reparación de las pasadas ofensas: «Amaury, ¿quieres pedir en mi nombre a tu tutor la mano de su hija Magdalena?

¡Ah, tío Manolillo! mucho y grave es lo que á me sucede dijo compungido el cocinero mayor. Sois el rigor de las desdichas, Montiño, y por vuestra torpeza y vuestra cobardía hacéis esas desdichas mayores; y esa horrible codicia... Yo creía que veníais á otra cosa, tío Manolillo dijo el cocinero , y no á reñirme por desgracias que yo no he podido evitar.

Los ensayos hacía ya mas de tres meses que habían comenzado; todo el invierno había estado el tío Manolo preguntando a la intendenta: «¿Son tue cifre? A me risponde,» y contestándole aquélla con voz temblona «SiiiApesar de eso no salía bien; y era porque las partes secundarias no lo tomaban con la misma afición y calor que las primeras.

Enemigo irreconciliable de las abstracciones tratándose de asuntos tan serios, iba aplazando la boda mientras no viese algo más concreto. Finalmente, aquella mañana, el maestro carpintero se había humanizado y le prometió diez mil pesetas para comprar la participación que su tío tenía en el comercio y quedarse él solo con el negocio de las harinas.

Lucía admiraba en su tío la discreción, la nobleza de carácter, el saber y la elegancia natural del porte y de los modales. Le encontraba hermoso, de varonil hermosura, y no le parecía posible que hubiese otro tal hombre como él en todo el mundo.

Don Juan y su sobrino predilecto se entendieron con él, pues doña Manuela apenas lo probó. Rafaelito fumaba, costumbre detestable que irritó al tío, pues no podía comprender tales interrupciones en la digestión. Las dos niñas habían ido un momento a su cuarto: cuestión de aflojarse los corsés.

Felicité, no obstante, á mi tío por su celo y esplendidez, y después de dar él algunas órdenes al sacristán relativas á la procesión, salimos de la iglesia y nos volvimos á casa.