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Siguieron los tres adelante, atravesaron algunas habitaciones, y al fin doña Ana se detuvo en un patinillo lóbrego. Llovía con abundancia, y empapado por la lluvia, estaba en el centro del patinillo el cadáver del sargento mayor. Doña Ana le señaló con terror. ¿Veníais en busca de ese cadáver? dijo el duque. ; , señor contestó el alcalde.

Entre tanto, y ya que en tal asunto nos hemos entremetido, Dorotea, voy á deciros francamente la razón de haber yo venido á veros. ¡Ah! ¡ya sabía yo que no veníais porque yo os había llamado! Hubiera venido más tarde, á la noche. Veamos á qué habéis venido. ¿Qué es vuestro el bufón del rey? ¿El tío Manolillo? Es mi padre. ¡Vuestro padre!

Entonces me dije, yo no si con fundamento: Esa mujer se está componiendo para parecer mejor. ¡Ah, y qué mal pensador sois! dijo la Dorotea. En efecto, cuando os presentásteis veníais tan compuesta, como podíais estarlo en el convento.

La ley es rigurosa y expresa... y no era necesario que vuestro proceso estuviese en manos del terrible alcalde de casa y corte, Ruy Pérez Sarmiento, que se perece por ahorcar gente; cualquier otro alcalde, por bueno y por compasivo que fuese, os entregaría al verdugo. ¿Y habéis venido á decirme eso, cuando yo, ¡triste de ! creía que veníais á salvarme?

¡Ah, tío Manolillo! mucho y grave es lo que á me sucede dijo compungido el cocinero mayor. Sois el rigor de las desdichas, Montiño, y por vuestra torpeza y vuestra cobardía hacéis esas desdichas mayores; y esa horrible codicia... Yo creía que veníais á otra cosa, tío Manolillo dijo el cocinero , y no á reñirme por desgracias que yo no he podido evitar.

Digo que viene el sol, y derrite la nieve que ha estado hecha una piedra durísima todo el invierno. Venís tan hablador como siempre, Manuel, y os agradecería que me habláseis con formalidad. Tan formal vengo, que vengo á hablaros de lo más formal del mundo. ¡Cómo! yo creía que veníais porque os llamaba.

Decidme, ¿por qué me dijísteis allá abajo que no sabíais si veníais del cielo ó del infierno? Decíalo por un mancebo que acaba de entrar... ¿En el cuarto de la reina?... ¿Habéisle visto? Le seguía. ¿Y no os parece que ese mancebo puede muy bien encontrar en ese cuarto una gloria ó un infierno? Alegraríame que le glorificasen. Y yo; aunque no fuese más que por verme vengado... ¿Del rey?...