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Lope Meléndez, ansí Se humillan cuellos bizarros De vasallos tan soberbios. Esta escena admirable ha sido imitada por Moreto en su famoso Valiente justiciero . Peribáñez y el comendador de Ocaña, Los comendadores de Córdoba y Fuente-Ovejuna, son tres dramas de asuntos análogos, en cuanto los tres tienen por objeto representar la tiranía y los abusos de los comendadores de las Ordenes militares.

Nada le gusta tanto como que tengan confianza en ella en asuntos de dinero... ¡Ah!... leo en ella como leo en ti. ¿No ves que la traté bastante en vida de Jáuregui, que, entre paréntesis, era un hombre excelente?

¡Canástoles, lo que voy a salir yo ganando con un ama de gobierno tan hacendosa como !... Pues respondiendo a tu pregunta, digo que no hay más asuntos. Hasta luego entonces. Hasta siempre, hija del alma... ¡Ah! por si se me olvida después: ya sabes que el primer ejemplar de tu retrato ha de ser para los de Méjico. El suyo, a la hora presente, debe de estar ya si toca o llega.

También Antoñita se acercaba alguna vez a su prima como vasalla que rindiera homenaje a su reina, preguntándole por su salud y burlándose con ella de esas fachas ridículas que suelen verse hasta en los salones más distinguidos ni más ni menos que si fuesen allí para ofrecer un tema de conversación a los que no tienen asuntos de que hablar.

No deja de ser singular que, á pesar de mi poca afición á hablar de mi persona y de mis asuntos, ni aun á mis amigos íntimos cuando estoy en mi hogar, al amor de la lumbre, se haya sin embargo apoderado de , en dos ocasiones distintas, una verdadera comezón autobiográfica al dirigirme al público.

Claudio señaló un retrato que había en la habitación; y al hacer su juramento, tenían sus palabras tal entonación de sinceridad, que Lázaro no pudo contestar lo que un momento antes pensaba. Sin embargo dijo Lázaro, que creía que aquella declaración no podía satisfacerle, yo quiero que usted me alguna prueba positiva. Usted comprenderá que en estos asuntos no basta, no puede bastar la palabra.

Sabía distinguir, cuando se trataba de estos asuntos, entre la religión y los curas, profesando hacia éstos cierta enemistad volteriana, que le venía de casta, al decir de doña Gertrudis, pues su abuelo, el mejicano, había sostenido relaciones amistosas y larga correspondencia con un miembro de la Convención francesa.

Se explicarán ustedes perfectamente que, consagrado por completo a su amor y a sus penas, Arturo apenas se cuidaba de sus asuntos; pero yo me interesaba por él y observaba con pesar que tomaban un sesgo enojoso.

En su tiempo no se solía discutir asuntos religiosos en su tierra; los que no eran devotos gozaban de una tolerancia completa; como tampoco eran descreídos, ni faltaban a las costumbres piadosas y guardaban las principales apariencias, por nadie eran molestados. «Yo no soy beata», decía Emma: y no pensaba más en estas cosas.

Al efecto había ya prevenido al padre Anselmo, y le tenía muy sobreexcitado contra Juanita y contra su madre. El padre Anselmo distaba mucho de ser malo y de ser ignorante. Sabía no poco de teología dogmática y de moral, y poseía notable despejo y prodigiosa facundia; pero era terco, persistente en las opiniones que una vez aceptaba, y desconocedor de los asuntos mundanos.