United States or Armenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Estaba furiosa. «¡Su don Víctor! ¡Aquel idiota! , idiota; en aquel momento no se volvía atrás. ¡Qué diría Petra para sus adentros! ¿Qué marido era aquel que cazaba con trampa a su esposa?». Miró a la luna y se le figuró que le hacía muecas burlándose de su aventura.

Antes de haber recorrido la mitad del camino que nos conduce al sitio deseado, el prestigio cesa y el fantasma se desvanece, burlándose de nuestras esperanzas. ¡Dios me preserve de vivir mucho tiempo así! «¡Acercarme a Eulalia! decía yo esta mañana , ¡, vivir a su lado! ¡habitar donde ella habita! ¡respirar el aire que respira!» Y, desde entonces, todo lo que veo aquí me importuna.

Su brazo parecía pensar; sus piernas veían el peligro, burlándose con su rebelión de las exigencias de la voluntad. Además, el público, reaccionando ante el insulto, vino en su ayuda e impuso silencio. ¡Tratar así a un hombre que estaba convaleciente de una cogida grave!... ¡Esto era indigno de la plaza de Sevilla! ¡A ver si había decencia!

Lleno de malignidad hay otro, en el cual atacaba personalmente al poeta y á su familia, burlándose de su escudo de armas, grabado debajo de su retrato en la portada de El Peregrino, etc.

¡Gaznápiro! decía para don Bernardino, le tengo sentado en la boca del estómago; ¡no poder hacerle saltar sin escándalo! y ahí siempre, a la entrada, de cancerbero. Ahora no le veo, pero, cuando entré me miró como burlándose... ¡Otro más que lo sabe! ¡ah! ahora le veo... mírame bien, estúpido, ¿no me conoces? , soy yo, el mismo.

Pero no; otro caballo de batalla tenía el Arcediano: el paganismo, la antigua idolatría. Aquel día, el viernes, estuvo oportunísimo burlándose de los egipcios. Al regente le costó trabajo contener la risa, que procuraba excitar Glocester.

Es más: un alma caritativa le había hecho saber que aquella perdida le engañaba, burlándose de él con los chicos de la Bolsa; y don Antonio mostrábase arrepentido, dispuesto a no proteger más mujeres de tal calaña.

Una tarde, después de comer a la francesa, gran novedad en el pueblo, donde el clásico puchero se servía en casi todas las casas de doce a dos, Emma, que bebía a los postres una copa de Jerez superior auténtico, traído directamente, por encargo de la señora, de las bodegas jerezanas, se quedó mirando a su marido fijamente, con ojos que preguntaban y se reían, burlándose al mismo tiempo; mientras sus labios y el paladar saboreaban un buche del vino andaluz que ella zarandeaba con la lengua voluptuosamente.

Se le pasó por la imaginación si estaría burlándose de ellos porque eran de un pueblo de pesca. Pero, no; aquella cara no debía de mentir; hablaba de veras; era verdad lo del rey Veremundo y lo de la emigración de la piña pérsica a las columnas árabes; sólo que todo aquello ¡qué le importaba a él que era un compromisario!

Un día estaba el hombre muy molesto por no poder cazar una pulga que atrozmente le picaba, burlándose de él con audacia insolente, cuando... no es broma... se le aparecieron dos ángeles. «¿Pero ves algo, Almudena? le preguntó Cuarto e kilo. Ver burtos ellos». Explicó que distinguía las masas de obscuridad en medio de la luz: esto por lo tocante a las cosas del mundo de acá.