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Los cuentecillos chuscos suelen tener una moraleja llena de buen sentido. Jugó un hombre en Viernes Santo y perdió su caudal; pero no le perdió por haber jugado en Viernes Santo, ya que el ganancioso jugó también en el mismo día y no en Sábado de Gloria.

Los viernes, al salir de la escuela, oían invariablemente todos ellos el mismo discurso: Señores míos: mañana es sábado; recuérdenlo ustedes á sus señoras madres y háganlas saber que el que mañana no traiga los dos cuartos no entrará en la escuela.

Avanzó a su encuentro, los ojos centelleantes de dicha, y le tendió un gran ramo de violetas, con adorable torpeza. Si a usted no le molesta prosiguió la madre podría venir todos los lunes... ¿qué le parece? ¡Que es muy poco, señora! repuso el muchacho Los viernes también... ¿me permite? La señora se echó a reir. ¡Qué apurado! Yo no ... veamos qué dice Lidia. ¿Qué dices, Lidia?

Y por eso el egoísmo es tan terrible en los pueblos, y por eso la idea de la muerte maltrata y atosiga tantos espíritus... Cuando han vuelto al pueblo, ya las campanas estaban tocando a la novena; es decir, no es novena; son los pasos que se rezan todos los viernes y domingos de cuaresma.

Con arreglo a lo convenido entre Pepe y Millán, el viernes llevó un mozo a casa de Engracia varios muebles, en diversos viajes, y dos banastas de ropa, quedando en la calle de Botoneras la cama y la butaca de don José, que no podrían sacarse de allí hasta ser trasladado el enfermo.

Las serpientes, por ser del país, no pueden entender el español, lengua de Buenos Aires. Y ahora terminó con melancolía Jaramillo tendré que esperar hasta, el próximo Viernes Santo. De pronto empezó á hacer frecuentes viajes á Asunción, la capital del Paraguay. Su amigo, alarmado por estas ausencias, le obligó á confesar la causa. Lo he visto dijo Jaramillo misteriosamente.

Abde-r-rahman no obstante, como acostumbraba á hacer oficios sacerdotales muchos viernes predicando al pueblo desde el mimbar, ó presidiendo los entierros y recitando las oraciones de ritual sobre los difuntos, merece bajo ambos conceptos el título de Imam que le uno de los historiadores citados por Al-Makkarí. Gayangos en la nota 36, pág. II, lib.

Guardó rumbos, pintó carácteres, observó astros, miró puntos, y, finalmente, la sacó con la perfeción que veremos mañana, porque los viernes está muda, y hoy, que lo es, nos ha de hacer esperar hasta mañana. En este tiempo podrá vuestra merced prevenirse de lo que querrá preguntar, que por esperiencia que dice verdad en cuanto responde.

Poníase los Viernes de cada semana en el Verano, desde salir el Sol hasta ponerse, en un lugar público, dispuesto á responder á quantos argumentos quisiesen hacerle los concurrentes, sin comer, ni beber, ni descansar en todo el dia.

Fué a instalarse con Cayé, cuyo espíritu conocía bien, y ambos decidieron escaparse el próximo domingo. Pero al día siguiente, viernes, hubo en el obraje inusitado movimiento. ¡Ahí tenés! gritó el mayordomo, tropezando con Podeley. Anoche se han escapado tres... ¿Eso es lo que te gusta, no? ¡Esos también eran cumplidores! ¡Como vos!