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Pedro, antes de salir, había encargado que por todas las calles del jardín que había frente a la casa, pusieran unas columnas, como media vara más altas que un hombre, que habían de estar todas forradas de aquella parásita del bosque, sembrada acá y allá de flores azules; y sobre los capiteles, se pondrían unos elegantes cestos, vestidos de guías de enredadera y llenos de rosas.

Y desde las columnas de ellos se decían, más o menos veladas, mil insolencias; se sacaban a relucir en cuentos alegóricos muchas historias escandalosas. En esta guerra la hija llevaba la peor parte: no podía ser tan liberal como la querida. Amparo distribuía los billetes de Banco a manos llenas.

Las calles principales son las de Herngasse, de los Señores, la de la Puerta del Cielo y otras cuatro ó cinco. Me llamó mucho la atencion el observar que con bastante frecuencia el viajero encuentra en las calles y plazas columnas dedicadas á la Virgen, á la Trinidad y otros símbolos religiosos.

Para ir á él, pasamos por un barrio feísimo, triste y solitario, compuesto de irregulares casuchas, hechas con escombros de insignes ruinas..... ¡Oh profanación!..... Piedras de diferentes arcos, nobles columnas tomadas de acá y de allá, maderas sueltas de antiguos artesonados, y otros restos de soberbias construcciones, habían servido para zurcir aquellos pobres edificios.

La división se conmovió toda, y dos batallones de reserva avanzaron para restablecer el orden. Gritaban los jefes hasta quedarse sin voz, y todos se ponían a la cabeza de las columnas, conteniendo a los que flaqueaban y excitando con ardorosas palabras a los más valientes.

Todo reposa sobre columnas gigantescas de hierro, y la cubierta en todos sentidos es de cristales unidos por una inmensa armazón de metal. Aunque las torres, las cúpulas y los minaretes tienen grande elevacion, la de la masa del monumento, sobre su piso bajo, es poco mas ó ménos de 40 metros.

De trecho en trecho algún ventanón abierto sobre la terraza nos corregía los defectos de nuestra derrota, y mirando a la cúpula de la capilla, nos orientábamos y fijábamos nuestra verdadera posición. «Aquí dijo Pez algo impaciente , no se puede venir sin un plano y aguja de marear. Esto debe de ser el ala del Mediodía. Mire usted los techos del Salón de Columnas y de la escalera... ¡Qué moles!».

Serían las doce por filo de una, en que don Roque había rebasado con tres cuarterones más la tasa de seis que ordinariamente se imponía, cuando las cinco columnas de la confitería de la Morana salieron en apretada cadena hacia sus domicilios. Cerraba la marcha Marcones, con el fusil al hombro.

Sostenían el techo las columnas de vigas talladas, sin base ni capitel, que no se han caído todavía, y que parecen en aquella soledad más imponentes que las montañas que rodean el valle frondoso en que se levanta Mitla.

Su artillería no cesaba de arrojar bala rasa, protegiendo la formación de las poderosas columnas que bien pronto debían hostilizarnos. Al punto se reforzó el ala derecha, se desplegaron en línea varios batallones, y sin esperar el ataque marcharon hacia el enemigo, amparados por dos piezas de artillería. El primer momento nos fué favorable.