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Los demás, asombrados por mi resistencia, se echaron de nuevo sobre , pero de un golpe con mi cadena eché al suelo otro... Á sus gritos y al ruido de la lucha acudió el vigilante, que se dió cuenta de una ojeada de lo que había sucedido y empuñó el revólver... Todo entró en orden, pero al día siguiente el director me sacó del medio espantoso en que vivía y me colocó en las oficinas del presidio... Allí tuve, si no más libertad, el derecho al menos de sufrir solo, de llorar sin excitar la risa y de rezar sin ser insultado.

Es necesario destruir los abusos de la administracion; desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que aflijen al estado; excitar y dirigir el espíritu público, educar al pueblo, destruir los enemigos y dar nueva vida á las provincias.

Lo que habeis hecho pues, no ha sido mas que excitar la actividad del espíritu, hacerle dirigir la atencion hácia la idea general de extension, y esta idea él la aplica á varias cosas diferentes y las encuentra que convienen; y las distintas modificaciones de ella, las aplica á varias cosas que convienen, y las encuentra diferentes.

Pero semejantes medidas de terror solo servian para enconar mas y mas los ánimos y excitar el ódio y general descontento de un pueblo digno de mejor suerte, tratado con tan cruel manera, como el mas abyecto de los esclavos.

Haciendo elogios hiperbólicos de la virtud y el talento de su compañero, supo, no obstante, clavarle el estilete hasta la empuñadura. Sus reticencias insidiosas, el acento protector y triste con que disculpó las faltas de los sacerdotes, y las últimas palabras dirigidas a excitar la benevolencia del tribunal, causaron profunda impresión en el auditorio.

No hasta qué punto la comisión de alumbrado público ha hecho bien en buscar este nuevo aliciente para excitar la fantasía del vecindario. Sin embargo, fuerza es confesar que en esta ocasión ha sabido herirla de un modo delicado y útil, revelando lo infinito por medio de una misteriosa e indefinida sucesión de faroles.

Para ganarse la voluntad y excitar el celo de ambas Juanas, les llevó don Paco, envuelto en un pañuelo y sin que los profanos viesen lo que llevaba, un cestillo lleno de fresas, fruta muy rara en el lugar, y para mayor esplendidez sacó, además, del bolsillo del holgado chaquetón que solía vestir a diario, nada menos que tres bollos del exquisito chocolate que solía hacer doña Inés en su casa, y del cual había regalado a su padre una docena de bollos de cuatro onzas cada uno.

Cierto que había, desde un principio, ideado acompañarse del niño para dar más viso de verdad a su condición de casada; pero, a pesar de su travesura, jamás imaginó, ni entró en sus cálculos, excitar a Juan martirizándole con la creencia de que el chico pudiera ser suyo; y en aquel momento comprendió, por fortuna, que el recurso que a las manos se le venía era efímero y de muy peligroso aprovechamiento.

Si tal vez se complacía en lucir alguna habilidad, alguna buena prenda de su espíritu, algún primor o elegancia de su persona, era con los capaces de sentir el estímulo de imitarla o alzarse hasta ella; no por el prurito de excitar estéril admiración o envidia dolorosa. Doña Luz, por lo mismo que tenía tanto orgullo, no tenía chispa de vanidad. Gustaba en todo de pagar con usura lo que recibía.

En los comienzos de 1704, D. Cristóbal fué preso por haberse probado que en uno de los frecuentes viajes que por entonces hizo, había traído varias cartas, documentos y alocuciones del famoso cardenal Cienfuegos, los cuales estaban dirigidos á excitar los ánimos de autoridades, comunidades y personas significadas, en contra de la nueva dinastía.