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El mongrullo es el pescado mas grande que se encuentra en este rio; hay algunos que pesan un quintal, y tienen dos varas de largo: su piel es lisa, y el color ceniciento, algo inclinado á amarillo, su cabeza está llena de espinas; su paladar áspero, y su gola ó tragadero ancho: es muy fuerte y pesado, y pide una red firme, y gran fuerza para cogerlo.

Semejantes en todo a las simples imaginaciones humanas que los crearon, estos dioses son arrieros también y llevan tras de ellos recuas silenciosas de llamas cargadas con ricos fardos de coca, la ambrosía del paladar indiano.

Le pareció que bebía algo caliente y viscoso, pero que lo bebía al revés, por un capricho del mecanismo de su vida, viniendo el extraño licor a su paladar desde lo más recóndito de sus entrañas. El bulto negro que se revolvía entre ronquidos a pocos pasos de él agrandábase cada vez que en sus contorsiones tocaba el suelo.

Con razón se las llama aves del paraíso. ¡Ah! ¿Estas son las famosas aves del paraíso? , señor Cornelio. Siendo tan hermosas, no deben ser desagradables al paladar. Son deliciosas, y de carne perfumada, pues se alimentan de nueces moscadas y de flores de pimienta. Nuestro amigo el papú parece que codicia sus plumas. Miradle cómo acecha a esas aves. ¿Y para qué quiere las plumas? Ya os lo diré.

En la comida de la tarde se nos sirvió un plato de tiburón, del cual podemos decir sucede con él lo que con otros muchos animales, que no se comen porque la tradición, sin consultar con el paladar, ha puesto su veto, veto que nosotros hasta cierto punto podemos desmentir respecto al tiburón, el cual tiene gastronómicamente considerado, mucha semejanza con el llamado cason.

6 Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no ensalzare a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría. 7 Acuérdate, oh SE

Y es más: pienso en que los señores franceses venían en los siglos XVI y XVII á buscar comedias, á buscar Autos, á buscar novelas, á empaparse en nuestro ambiente, para fusilar nuestra producción, hacerse el paladar y revendernos la «lengua de Molière» en nuestra propia salsa... Era una especie de combinación como la que ahora hacen con nuestros vinos.

Sólo entonces se convenció de que estaba herido. Sus ojos perdieron la limpieza de su visión. Contempló doble la torre, luego triple, después toda una cortina de cubos de piedra que se extendía por la costa hundiéndose mar adentro. Esparcióse un gusto acre por su paladar y sus labios.

La primera sugestión es la cabeza de la serpiente. Si no la hollamos con planta valerosa y segura, el ponzoñoso reptil sube a esconderse en nuestro seno. El licor de los deleites mundanos, por inocentes que sean, suele ser dulce al paladar, y luego se trueca en hiel de dragones y veneno de áspides. Es cierto: ya no puedo negárselo a Vd.

Afirmaba doña Inés que toda persona que tenía buen paladar reconocía al punto la imitación de Juana, porque carecía del quid divinum que hay en los legítimos, prestándoles tan soberano sabor, que si con grosero y material supuesto pudiésemos imaginar que los querubines, cuando bajan a la tierra con algún mensaje de arriba, tienen el capricho o se allanan a comer algo, sin duda que no comerían otra cosa que los tales bizcochos de yema hechos por las mencionadas monjas.