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Es de advertir que el matutero era conocido entre los de su calaña por el extravagante nombre de Chaleco. "Déjamelo á mi exclamó el chalán. Tríncalo por el piscuezo; quío ver lo que tienen esos realistas dentro del buche."

Vestía un diminuto pantalón de tosco paño con chaqueta de lo mismo, cuyas reducidas dimensiones permitían a la camisa formar en torno de su cintura un pomposo buche, como que los pantalones estaban mal sostenidos por un solo tirante de orillo. Haz una vieja, Manolillo decía Anís. Y el chiquillo hacía un gracioso mohín, cerrando a medias los ojos, frunciendo los labios y bajando la cabeza.

La lucha en la noria se hacía en guerrillas; acerquéme a la que me pareció más floja, y desprecié la vida, lleno mi espíritu del frenético afán de conquistar un buche de agua. Aquel imperio, compuesto de dos mal engranadas ruedas de madera, por las cuales se escurría un miserable lagrimeo de agua turbia, era para nosotros el imperio del mundo.

Leocadia, tomando un gran buche de agua de olor, afinó entre sus dientes un chorro continuo, y, girando en torno, rociolo con maestría, desde el ruedo de la saya hasta la almidonada gorguera. Una esclava vino a anunciar que las sillas de manos esperaban en el recibimiento. Llamen a Alvarez exclamó Beatriz. Un instante después llegaba la dueña con mucho rumor de cuentas y gorgoranes.

Si su paternidad me confiara parte de esos realejos que tiene ociosos y criando moho, permita Dios que el piscolabis que he bebido se me vuelva en el buche rejalgar o agua de estanque con sapos y sabandijas, si antes de un año no se los he triplicado. El demonio de la codicia dió un mordisco en el corazón del lego.

Poco acostumbrado a este deporte, a Manuel le faltó pronto el aliento, interrumpiose y erutó rociando el rostro del gascón con un gran buche de vino. Esto trae suerte dijo Guy, riéndose. Sigue, muchacho... Había terminado su botella el vizconde y el ayuda de cámara, que no podía ver el vino y jamás lo probaba, iba apenas por la mitad de la suya...

Después cogía en la boca un buche de agua y algunos granos de algarroba, y metiéndose el pico en la boca... les daba de comer... Era la paloma madre de los tiernos pichoncitos... Luego les daba su calor natural... les arrullaba, les hacía rorrooó... les cantaba canciones de nodriza... ¡Pobre Fortunata, pobre Pitusa!... ¿Te he dicho que la llamaban la Pitusa? ¿No?... pues te lo digo ahora.

El que está acostumbrado al consuelo de la familia, al rescoldo del hogar paterno: el que está acostumbrado á ver el humo de la chimenea en que se calentó desde niño, no puede menos de experimentar una mala impresion al ver hacinados tantos hombres; hombres que van allí para no mirarse ni entenderse; que van allí á comer casi maquinalmente; que comen como quien se da á una tarea mecánica, como quien cumple el jornal de la comida, para acudir despues á otro jornal, semejantes á las palomas silvestres que van al sembrado para llenarse el buche, y levantan luego las alas hacia donde la Providencia las lleve.

En el monte sólo encontrarían algún arroyo donde beber un buche, y aun esto había que evitarlo, pues los cursos de agua eran los sitios más frecuentados por los guardas. Al volver a las Carolinas harían una cachuela, el gran plato de los cazadores, que sabía a gloria: un guiso de entrañas frescas de conejo.

Ya tengo estudiado el principio, y no se me olvidará una letra. Cuando hable, me los como. Estoy por no dejarte entrar le contestó gravemente su mujer. Si yo llevara calzones, ya me habían de oír. Así y todo, si me pusiera á ello, los volvía locos ... Si yo tuviera calzones, andaba por esos clubes á qué quieres boca. Porque tengo más verdades aquí en el buche....