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Así como el Espíritu Santo bajando a los labios del pecador arrepentido, puede santificar a este, Refugio, a los ojos de su ilustre pariente, se redimía por la divinidad de su discurso. «¿Con que moditas? dijo D. Francisco chanceándose . ¡Bonito negocio! ¡Vaya unos micos que te van a dar tus parroquianas! Aquí el lujo está en razón inversa del dinero con que pagarlo.

Aquel fervoroso panegírico de las lágrimas ahuyentó el temor de su pecho. Al considerar la bondad inagotable de Jesucristo, que después de haber sufrido tanto y haber derramado su preciosa sangre por nosotros, olvida a cada instante las mayores ofensas con sólo presentarse a él arrepentido, la conmovió hasta lo último.

Entonces me acerqué y vi que sus ojos estaban nublados de lágrimas. Me recibió con una granizada de denuestos. Después, como yo procurase templarla, mostrándome arrepentido, cambió repentinamente y, mirándome con ojos suplicantes..., tornó a repetirme: ¿Me perdonas? Costome trabajo impedir que se pusiera de rodillas. Había llegado a persuadirse de que lo que había hecho era un grave delito.

Ahora, si usted aconsejó a su amante que volviera al lado de la Condesa para después separarse lealmente de ella, lo probable es que él interpretara mal la insinuación, y que en vez de decir francamente a esa señora que todo había concluido, se le mostrara más afectuoso que nunca, más arrepentido y sumiso. Me parece que reanudar un vínculo es un modo muy extraño de romperlo...

Hablando de esto, Feijoo y Rubín achacaban la relajación de los caracteres a los desengaños. «Yo decía Feijoo , soy progresista desengañado, y usted tradicionalista arrepentido. Tenemos algo de común: el creer que todo esto es una comedia y que sólo se trata de saber a quién le toca mamar y a quién no». ii Don Evaristo González Feijoo merece algo más que una mención en este relato.

Dolíanle como un remordimiento sus audaces palabras, el susto de Margalida, la carrera de terror con que había terminado la entrevista. ¡Qué disparate el suyo!... Era el resultado de su viaje a la ciudad, la vuelta a la vida civilizada que había trastornado su calma de solitario, despertando pasiones de antaño; la conversación de los jóvenes militares, que vivían con el pensamiento puesto en la mujer... Pero no, no estaba arrepentido de su acción.

5 Mas por tu dureza, y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios; 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 A los que perseveraron en bien hacer, gloria y honra e incorrupción, a los que buscan la vida eterna.

Esta comedia, llamada El verdadero amante, quise dedicaros por haberla escrito de los años que vos tenéis; que aunque entonces se celebraba, conoceréis por ella mis rudos principios, con pacto y condición de que no la toméis por ejemplar, para que no os veáis escuchado de muchos y estimado de pocosCuando el hijo se dedicó después á la carrera militar, renunciando á la poesía, casi se mostró el padre arrepentido de la estricta obediencia, mostrada por él á sus consejos.

Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechas las virtudes que se han hecho en vosotras, hace ya días que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido. 14 Por tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio. 15 Y , Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos serás abajada.

Nadie respetaba ni se acordaba siquiera de la majestad que estaba a su lado: se proferían los dicterios más soeces. Pero el presidente, aunque estuviese arrepentido, y debía de estarlo, a juzgar por la confusión que se reflejaba en su semblante, ya no podía revocar la orden; su dignidad se lo impedía.