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Esta vez, exclamó alegremente el soldado viendo alejarse al viajero, si atrapo el cáncer del fumador, no será con colillas... Y encendiendo voluptuosamente un cigarro de banquero, continuó su interrumpida ronda de vigilancia. Hacía un calor sofocante apenas dulcificado por la brisa del mar.

¡Oh amigo mío! ¿qué resultará de la violencia de tantos pensamientos contrarios que me proporcionan a cada minuto un nuevo tormento? ¿Quién me hará triunfar de la imagen que me sigue por todas partes? ¿quién la desterrará de aquí, de mi memoria, que ocupa exclusivamente, con sus grandes ojos negros tan nobles y tan conmovedores, sus labios tan voluptuosamente bellos, el aire de amor y de bondad que flota sobre su rostro, y su hablar un poco lento cuya franca melodía me penetra?

En cuanto a mis nervios, que yo había cuidado tan voluptuosamente hasta entonces, los castigaba de la manera más ruda por el desprecio a todo lo que es enfermizo y el propósito firme de no estimar más que lo que es robusto y sano.

Una tarde, después de comer a la francesa, gran novedad en el pueblo, donde el clásico puchero se servía en casi todas las casas de doce a dos, Emma, que bebía a los postres una copa de Jerez superior auténtico, traído directamente, por encargo de la señora, de las bodegas jerezanas, se quedó mirando a su marido fijamente, con ojos que preguntaban y se reían, burlándose al mismo tiempo; mientras sus labios y el paladar saboreaban un buche del vino andaluz que ella zarandeaba con la lengua voluptuosamente.

Ambos venían encarnados, risueños y extraordinariamente locuaces. Los ojos les brillaban con fuego alegre y malicioso, que llamó la atención de sus amigos. Ahí va un cigarro, D. Martín dijo el joven presbítero, ofreciéndole uno de acreditada vitola, igual al que él estaba chupando voluptuosamente.

La música se amplificaba voluptuosamente al resbalar sobre la epidermis violeta del Mediterráneo y el cristal opalino de la tarde. Nadie pensaba en la guerra; era una calamidad de otras tierras y otros cielos. Hasta los convalecientes con uniforme, que vivían esta hora dulce, respirando la brisa salada, escuchando los quejidos de los violines y rodeados de mujeres vistosas, parecían no acordarse.

Keleffy viajaba por América, porque le habían dicho que en nuestro cielo del Sur lucen los astros como no lucen en ninguna otra parte del cielo, y porque le hablaban de unas flores nuestras, grandes como cabeza de mujer y blancas como la leche, que crecen en los países del Atlántico, y de unas anchas hojas que se crían en nuestra costa exuberante, y arrancan de la madre tierra y se tienden voluptuosamente sobre ella, como los brazos de una divinidad vestida de esmeraldas, que llamasen, perennemente abiertas, a los que no tienen miedo de amar los misterios y las diosas.

La Marquesa tendida en una silla larga, forrada de satén, estaba en la galería de su gabinete respirando con delicia el aire fresco de la calle. Se disputaba a gritos. Cerca de ella, triunfante, en pie, con un abanico de nácar en la mano derecha, dándose aire voluptuosamente, ostentaba Glocester su buena figura torcida.

Aquel animal trabajaba entre tanto a más y mejor. Si faltase él, ¿quién había de encargarse de toda la labor casera? Muy cascado iba estando el señor Rosendo, y la tullida a cada paso se hallaba mejor en su cama, y se extendía entre sábanas más voluptuosamente al ver el ademán de fatiga con que soltaba su marido el cilindro por las noches.

El hermoso lago que describe en su pensamiento, se le aparece al fin reflejando á lo lejos la luz del sol y presentando á su vista la orilla dilatada hasta el horizonte, poblada de tupidas y elegantes palmeras. Dentro de algunos minutos nadará voluptuosamente en sus aguas, y ya que no puede gozar de la realidad, disfruta al menos con la ilusión.