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Nadie chistaba ni se movía un punto de su sitio. Con la boca entreabierta y la mirada perdida seguían extáticos el curso de aquella melodía desesperada en que Violeta se lamentaba de morir después de haber penado tanto. Los más sensibles empezaban a soltar lágrimas, recordando alguna aventura galante de su vida juvenil.

Por delante de las grandes nubes de un color violeta obscuro que se amontonaban allá en el horizonte sobre las cuatro o cinco casas de El Moral cruzaban velozmente otras pequeñas y blancas como jirones arrancados de una gasa; signo cierto de borrasca. María sintió de pronto vibrar el cristal en que se apoyaba. Una ráfaga de aire y de lluvia había azotado con fuerza la ventana.

Luego, para distraerme, quise escribir, y tuve que emplear los escasos medios que el dueño de la casa pudo poner á mi disposición: una botellita de tinta violeta á guisa de tintero, un portapluma rojo, como los que se usan en las escuelas, y tres cuadernillos de papel de cartas rayado de azul. Así escribí en dos tardes un cuento de la huerta valenciana, al que puse por título Venganza moruna.

Y como Max Platel constituye el atractivo de la playa, por el momento a lo menos, sería preciso ser muy ignorante o muy culpable para no servirlo con el , los muffins y los bombones a la violeta. ¿Por qué esa correlación? preguntó Alicia de Blandieres. ¿Acaso Max Platel es un literato a la violeta? ¿Max Platel?... es un amigo excelente interrumpió María Teresa.

Cuando la señora y sus criados volvieron a la gran plaza, detuviéronse en la entrada del mercadillo de las flores. Un intenso perfume de heliotropo y violeta salía de allí, perdiéndose en la pesada atmósfera de la plaza. Doña Manuela estaba inmóvil, repasando mentalmente sus compras para saber lo que faltaba. La muchedumbre se agitó con nervioso oleaje, despidiendo gritos y carcajadas.

Y el cielo, de repente, como en una llamarada, se enciende de rojo: ya es como la sangre: ya es como cuando el sol se pone: ya es del color del mar a la hora del amanecer: ya es de un azul como si se entrara por el pensamiento el cielo: ahora blanco, como plata: ahora violeta, como un ramo de lilas: ahora, con el amarillo de la luz, resplandecen las cúpulas de los palacios, como coronas de oro: allá abajo, en lo de adentro de las fuentes, están poniendo cristales de color entre la luz y el agua, que cae en raudales del color del cristal, y echa al cielo encendido sus florones de chispas.

Tistet Védène cambió su viejo tabardo amarillo por una preciosa alba de encajes, una capa de coro de seda violeta, unos zapatos con hebillas, e ingresó en la escolanía del Papa, donde antes de él no habían podido ingresar más que los hijos de nobles y sobrinos de cardenales... ¡He ahí lo que es la intriga!... Pero Tistet no paró ahí.

Por ejemplo, lady Anetta Gordon y Violeta Drummond, dos preciosas niñas que se han estrenado en esta última season, sufren verdaderas torturas con esas viejas brujas que las acompañan a todas partes.

Tapado todo ello con el mezquino traje exterior, me pareceré a la violeta, que, escondida entre las verdes hojas y tal vez entre feos hierbajos, no deja conocer que exista como no sea al que tenga la nariz muy fina y por su delicado olor la descubra. Seré como aquel personaje de cierto romance que recita don Pascual, el cual personaje vestía de peregrino y llevaba una esclavina

muy bien que voy a darte una pena... pero, óyeme... Y fingiendo disgusto y como amenazándome, tomó una violeta de larguísimo tallo, y con ella me azotó el rostro cariñosamente, agregando: Me oirá usted, señor mío, o.... ¡No vuelvo a mirarte así, como a te gusta! Así.... Y clavó en mis ojos una mirada apasionada y profunda. Te oiré, alma mía, repuse si así lo quieres....