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Luego le detuvo en el vestíbulo, por la idea del retrato desaparecido, cuyos fragmentos apretaba nerviosamente en el bolsillo. Entonces, como Julio, sin atenderle, se dejara caer en un sillón, le miró: había cerrado los ojos, palidísimo, y apoyaba la cara de perfil en el respaldo; una de sus manos colgaba inerte. Se sorprendió Muñoz extraordinariamente. En seguida una alegría frenética le agitó.

Margalida era otra a sus ojos: era una mujer. La transformación le dolía. Creyó que acababa de perder algo, pero se resignó ante la realidad. ¿Y cuántos son? dijo con voz algo apagada. Pepet agitó una mano al mismo tiempo que elevaba los ojos a la bóveda de la torre. ¿Cuántos?... Aún no se sabía con certeza. Lo menos treinta.

Quiero que vivas para que te muestres perfecta. En consecuencia, Señorita Guichard, ¿quiere usted hacerme el honor de concederme su mano? Clementina permaneció un momento inmóvil, vacilante, bajo aquel golpe tan inesperado. Un temblor nervioso agitó sus labios y no pudo responder.

«El Tatita» se dijo . Sólo puede ser él. Su camarada agitó los brazos desesperadamente, lanzó un alarido, y á continuación desapareció, como si tirase de él una fuerza irresistible. Más que el hecho en , aturdió y desconcertó á Morales la posibilidad de que pudiese ocurrir. Todas las creencias de su vida temblaron, próximas á derrumbarse. Era para perder la fe.

Huyó sudoroso de este invernáculo, y otra vez le llevó el automóvil a la Avenida como si diese por agotadas las novedades de la ciudad. El chófer hablaba de los hermosos alrededores, se ofrecía para llevarle a Tijuca, ponderando la maravillosa frondosidad de sus bosques. En la terraza de un café se agitó una sombrilla con movimientos de saludo.

Formábanse los músicos de dos en dos, y tras ellos se agitó el comandante dando órdenes en varias lenguas, acariciándose la amplia barba y saludando a las señoras. Rogaba a todos que se agrupasen en parejas. Iba a empezar la fiesta con la polonesa tradicional, solemne paseo por las cubiertas antes de llegar al comedor convertido en salón de baile.

Al preguntarla el padre Ambrosio si quería ser mi esposa, un estremecimiento profundo agitó su mano, la sentí fría y pronunció un apenas articulado.

El deán, alma de la diócesis, porque el señor obispo de puro bueno no servía para nada, agitó con la cucharilla el vaso de agua donde se estaba deshaciendo el azucarillo, bebióselo tranquilamente, se limpió los labios con la servilleta, y mientras encendía un cigarro de papel, más grueso que puro, repuso sin alterarse: Lo de siempre... ganas de asustar... algo menos será. Dile que pase.

Pablo tenía mucha afición a los caballos; siempre, antes de mirar al caballero, miraba al caballo. En efecto, era Juan, que, al divisar de lejos al cura y a Pablo, agitó en el aire su quepis, que llevaba dos galones de oro. Juan era teniente del regimiento de artillería de guarnición en Souvigny.

La voz calló, los pasos se alejaron, rechinó la puerta, y luego todo volvió al silencio anterior. Instantáneamente la duquesa se lanzó fuera del dormitorio y de la recámara de la reina, entró en la cámara donde poco antes había estado hablando con el rey y corrió á una campanilla y la agitó con violencia. Entró una de las doncellas de la servidumbre.