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Los dos mostraban grandes manojos de una hierba que se cría en aquellas praderas. Es una liliácea, que algunos llaman matacandil y otros jacinto silvestre o cebolla de lagarto. Tiene un tallo o tuetanillo que se chupa, ¡y es dulce!

Yo no , yo no qué es lo que tienen, pero ello es el caso que cuando agita el aire sus corolas suspiran por lo bajo... ¡Las flores son las almas de mujeres que en la tierra su crimen no purgaron, mujeres que murieron olvidadas después que tanto amaron, y ahora vagan sus almas de unas flores a otras emigrando, y en el crisol ardiente de sus penas purifican las huellas del pasado... ¡No arranquemos jamás con mano brusca una flor de su tallo: las flores tienen alma; las he oído gimiendo muchas veces por lo bajo...!

Llámase mona á una gran bolsa ó protuberancia que sale á algunos maíces en el tallo, y que después de seca se convierte en un depósito de polvo negro y pegajoso; bolsa que suelen guardar cuidadosamente los aldeanos al coger el maíz, para untar con ella en la deshoja la cara del más cercano, cuando más descuidado esté. Prodújose la alarma de costumbre; pero la mona no pareció por ninguna parte.

Porque Ángel, artista de corazón y con el pecho atestado de impresiones vírgenes y profundas, estaba maravillado de ver cómo aquella flor purísima iba desplegando sus hojas al calor del nuevo sol, y absorbiendo con avidez la luz y el ambiente del desconocido mundo, a medida que se ensanchaba y crecía sobre su tallo oscilante. Estas metáforas eran de Ángel.

"Siempre robaba carneros; en eso tenía destreza: enterraba las cabezas y despues vendía los cueros." 797 "¡Y qué costumbre tenía cuando en el jogón estaba! Con el mate se agarraba estando los piones juntos. -Yo tallo -decía-y apunto- y a ninguno convidaba."

Gallardos, sueltos, flexibles, como las guías de convólvulos y cabrifollos que sombreaban la fuente. Las rosas... ¡ah! ¡las rosas! Lindas y espléndidas salían de manos de la anciana; pero Angelina las embellecía al tocarlas. Un tallo duro, una hoja rebelde, un pétalo sin gracia, todo recibía de la joven singular hermosura.

Trataba a su cuerpo sin compasión, un cuerpo delicado como el tallo de una flor.

Y apenas lo hube pensado y deseado, acudió la mariposa más gentil y juguetona que he visto en mi vida; y revoloteando en torno de la rosa, se posó en su seno, sin ladear apenas el flexible tallo, y libó la miel del cáliz de oro. Noté, sin embargo, que esto no bastaba. De la rosa se desprendía exquisita fragancia, que iba disipándose por el ambiente y que el céfiro esparcía en sus alas.

Los agentes externos consiguen tener en suspenso por algún tiempo sus funciones biológicas, pero al cabo el grano logra germinar, hunde sus raíces en la tierra y alza al aire su tallo. ¿Por qué? Porque viene provisto de armas para la lucha por la existencia... Tal es la historia de mi vida.

La constante al par que pasajera caída de aguas, mezclada con la fuerza de calórico, originan en el suelo un flujo y reflujo de absorciones y emanaciones acuosas, altamente convenientes para la semilla y el tallo.