United States or Chad ? Vote for the TOP Country of the Week !


El Marqués y Galarza llevaron a Peña y don Rudesindo adentro también, mientras Gonzalo daba una vuelta por la huerta. La posesión de Soldevilla se componía de un caserón medio arruinado con pocos y antiquísimos muebles cubiertos de polvo, una huerta bastante grande, más cuidada que la casa, y detrás de la huerta una vasta pomarada ya vieja.

Todo esto, pensado confusamente, les hacía creer que el día en que los campos de Barret fueran cultivados la huerta sufriría toda clase de desgracias.

Para quien no podía ver ni las gordas vacas, ni las praderas risueñas, ni las repletas trojes, ni la huerta cargada de frutas.

De este patio, así como de un jardín más extenso, con honores de huerta, que había a espaldas de la casa, cuidaba doña Luz con esmero. Hasta hacía venir flores y plantas, que jamás se habían conocido en Villafría, y solía aclimatarlas.

Lleno de tiendas de gran fachada, no se vendía en ellas lo más indispensable para la vida que allí hacía la gente encopetada; gruñían y se revolcaban los cerdos en las calles mal empedradas; pastaban las aves de corral en las grietas de las aceras y en los rincones de la plaza, y en el campo inmediato, mitad jardín y huerta, mitad de labranza, ni esponjaban las flores, ni maduraba la fruta, ni el trigo espigaba, ni el heno crecía.

Resultaban vanas sus invitaciones á Castro para que imitase este ejercicio sano y provechoso, que era al mismo tiempo una vuelta á la primitiva sencillez. Gracias: no me gusta Tolstoi. Como vida simple, prefiero ésta. Y se tendía en el musgo, al pie de un tronco, mientras el príncipe seguía cavando su huerta. Hablaban de los compañeros. Novoa estaba en la biblioteca ó vagaba por el parque.

Entraban en esta familia, las flores del jardín, y las legumbres de la huerta. Envidié con todo mi corazón a mi tío. Te he llamado, me dijo, para un asunto de interés: cuando digo que es de interés el asunto, claro está que a quien interesa es a ti, porque a ya no me interesa nada. ¡Oh! ¡ por cierto! los perros, los patos, las gallinas.

Todo era contento: allá en la huerta rumores de agua y de árboles que mecía el viento, cánticos locos de pájaros dicharacheros; de las ventanas del patio venían perfumes traídos por el airecillo que hacía sonajas de las hojas de las plantas.

Por la parte trasera la luz del mediodía bañaba sus ventanas. Los árboles de la huerta metían las ramas por ellas, sirviendo de fresca cortina para templar sus rayos. El conjunto de aquel vetusto caserón ofrecía misterio y encanto singulares para los lacienses dotados de imaginación, en especial para los niños, únicos seres que conservan, en nuestra edad prosaica, la fantasía despierta.

Lo pronunció con tanta sumisión, que Julián a su vez quiso mostrarle un poco de caritativo interés. ¿Y el niño? preguntó . ¿No le hizo mal lo de ayer? No, señor.... Durmió como un santiño y ya anda corriendo por la huerta. ¿Ve? Allí está.