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Pues quisiera dejarlos aquí, á vuestro cuidado, con todas las buenas cosas que contienen, á excepción de esta cajita de plata labrada, cristal y piedras preciosas, regalo de mi capitán á la baronesa de Morel. ¿Queréis guardarme mi tesoro? Descuidad, arquero, que conmigo estará tan seguro como en las arcas del rey. Volved cuando queráis, que aquí habréis de hallarlo todo intacto.

La ciudad entera de Lóndres, tal como se la ve desde la cima exterior del Colosseum, está pintada con todos los perfiles y colores de su fisonomía y todos los cuadros que revelan su movimiento diario, sobre la concavidad de la enorme rotunda, cubierta por un techo de cristal, que rodea y abarca al cuerpo ó edificio central donde está colocado el observador.

Débil cordera, cuya blanca nieve Copo á copo formó naturaleza, Cándida ofrece al valle su pureza, Si á tanto armiño su verdor se atreve. Al cristal de un arroyo altivo mueve Lobo cruel su bárbara fiereza, Y la simple cordera la cabeza Inclina al agua y descuidada bebe.

Muñoz temblaba, una nube oscureció violentamente las imágenes, se sacudió, habló en voz alta, para apartar de su alma los vestigios de la horrible alucinación. Quiso beber, pero se torcieron sus dedos, convulsivamente, sobre la copa diminuta, y el delgado cristal se quebró hiriéndole en la palma: la mano se agitó salpicando sangre.

En lugar de la redoma de cristal, tapaba todo esto un pedazo de gasa, sujeto con cintas azules á las piernas de la diosa, la cual ostentaba en su profano pecho un escapulario de la Virgen del Carmen.

En el centro de cada mesa, segun el uso del establecimiento, se presentaban cuatro platitos de colores con cuatro pasteles cada uno, y cuatro tazas de con sus correspondientes cubiertas, todas de porcelana roja; delante de cada banquillo se veían una botella y dos copas de luciente cristal.

Quiero decir, que para dar melancolía al paisaje del fondo, conviene ponerlo todo en cierta penumbra... Habrá agua, allá, allá, muy lejos, una superficie tranquiiiila, un bruñido espeeeejo... ¿me comprende usted?... ¿Qué es ello?, ¿agua, cristal...? Un lago, señora, una, especie de bahía. Fíjese usted: los sauces extienden las ramas así... como si gotearan.

Siguió sentada en la silla y con la sien pegada al cristal, aturdida, llena de confusión y vergüenza como si ella fuese la culpable. Al cabo de algunos minutos, estando con la mirada fija, atónita, en el parque vió correr otra sombra con extraña velocidad hacia la casa. No pudo reprimir un grito de espanto. Quedó en pie como si la hubieran alzado con un resorte.

El agua de la bahía, tranquila y transparente como un cristal, les permitía distinguir perfectamente a aquellos hombres, que procedían con gran rapidez cogiendo moluscos, que iban echando en la red. Bien pronto uno de ellos, pasado medio minuto, salió a la superficie con la red llena hasta rebosar, la cual entregó al viejo Van-Horn, que la vació en el fondo de la chalupa.

Los visillos de la vidriera, en un tiempo blancos, tenían hoy color de ceniza húmeda, y en sus pliegues eran visibles los estragos de la polilla. Frontero a la ventana, encima de una mesa, entre dos jarrones de porcelana, un reloj de cristal, una lira, con la esfera de cobre dorado y las cifras esmaltadas de azul, bajo roto fanal cuyas partes estaban cogidas con lañas de papel.