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Tampoco a Obdulia el agua la encerraba en casa, ni la entumecía: también alegre y bulliciosa corría de portal en portal, desafiando los más recios chaparrones, riendo a carcajadas si una gota indiscreta mojaba la garganta que palpitaba tibia; era de ver el arte con que sus bajos, con instintos de armiño, cruzaban todo aquel peligro del cieno, inmaculados, copos de nieve calada, dibujos y hojarasca sonante de espuma de Holanda; tentación de Bermúdez el arqueólogo espiritualista.

Llegó el caso de contar cómo había podido don Álvaro vencer a la hija de un maestro de la Fábrica vieja, muy honrado, que velaba por el honor de su casa como un Argos. Angelina tenía padre, madre, abuela, hermanos; ella era pura como un armiño.... Mesía había empezado por seducir a los parientes. En cada casa entraba según lo exigía la vida de aquel hogar.

Visita era amiga de Ana desde que esta había venido a Vetusta con su tía doña Anunciación y con Ripamilán, el hoy Arcipreste. Admiraba a su amiguita, elogiaba su hermosura y su virtud; pero la hermosura la molestaba como a todas, y la virtud la volvía loca. Quería ver aquel armiño en el lodo. La aburría tanta alabanza.

Aunque sólo llevo veinticuatro horas en Burdeos, no he querido diferir la presentación de mis respetos á Su Alteza. Que no deja de tener otros muchos y muy graves asuntos á que atender. Pero siendo Marvel por fuerza pertenecéis á los Marvel de Normanton, y así lo veo en efecto por vuestro blasón: sable y armiño. Marvel de Normanton soy, afirmó el joven tras un momento de vacilación.

Y se hundió en el agua, que silbó como cuando mojan un hierro caliente. Loppi se tendió en la yerba, como herido de un rayo. Cuando se levantó, no tenía en la cabeza el sombrero de plumas, ni llevaba al brazo el manto de armiño, ni vestía la casaca bordada de colores. El camino era oscuro, y matorral, como antes. Membrillos empolvados y pinos enfermos eran la única arboleda.

Les he visto cambiar una poncha, ó mantilla de pieles de zorras pequeñas, tan finas y hermosas como las de armiño, de cinco á siete pesos cada una, por cuatro hilos, ú órdenes de cuentas, que no valian mas de cuatro peniques, ó poco mas de real y medio de España de vellon.

En verdad que con semejante tiempo los Santos Reyes, que caballeros en sus dromedarios venían desde el misterioso país de la luz, atravesando la Palestina, a saludar al Niño, debieron notar que se les helaban las manos, llenas de incienso y mirra, y subir más que a paso la esclavina de aquellas dulletas de armiño y púrpura con que los representan los pintores.

No; de ningún modo. Todos oyeron eso, y todos le reverenciaron mucho más. No tenían la menor sospecha del terrible alcance de estas palabras con que él mismo se condenaba. "¡El excelente joven! se decían unos á otros. ¡El santo sobre la tierra! ¡Ay! si en la pureza de armiño de su alma puede él percibir semejante iniquidad, ¡qué horrible espectáculo no verá en la tuya ó en la mía!"

Asi cual de la espléndida natura El llanto es la espresion de la criatura: El cielo llora gotas de rocio En las serenas noches del estio, Y al ausentarse, lánguida la aurora Entre luces y sombras tambien llora: Pero todo desciende suavemente De la misericordia á el ancha frente: Fertiliza el rocío los eriales, Y el aurora los lirios virginales, Y caen las dulces lágrimas del niño En un seno purísimo de armiño.

»Era limpia, no se podía negar, limpia como el armiño; esto al fin era un mérito... y una pulla para muchas damas vetustenses». Pero añadía Obdulia: «Fuera de la limpieza y del orden, nada que revele a la mujer elegante. La piel de tigre, ¿tiene un cachet? Ps... qué yo. Me parece un capricho caro y extravagante, poco femenino al cabo. ¡La cama es un horror!