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Podía tocarse con la mano, parecía que iba á aplastar con la pesadez de su grueso artesonado, todo cubierto de oro, con florones en sus profundos encuadramientos. El hermano explicaba con cierto orgullo el origen de los cuadros y las telas que adornaban las paredes. Eran regalos de princesas y reinas: testimonios de agradecimiento, de las altas conciencias sometidas á la Compañía.

Tenía el aspecto severo de esos antiguos caserones de piedra del país vasco: el color negro, el tejado muy saliente, una fila de balcones muy espaciados, con los hierros llenos de florones y adornos; encima unas pequeñas ventanas, y un escudo grande en el chaflán. La casa se hallaba incrustada entre casuchas negras, en la parte más baja de Lúzaro, rodeada de callejuelas tortuosas y húmedas.

Su decoracion forma dos zonas: la primera de alicatado dibujando entrelazados florones; la segunda de delicada labor morisca en la disposicion siguiente.

Y el cielo, de repente, como en una llamarada, se enciende de rojo: ya es como la sangre: ya es como cuando el sol se pone: ya es del color del mar a la hora del amanecer: ya es de un azul como si se entrara por el pensamiento el cielo: ahora blanco, como plata: ahora violeta, como un ramo de lilas: ahora, con el amarillo de la luz, resplandecen las cúpulas de los palacios, como coronas de oro: allá abajo, en lo de adentro de las fuentes, están poniendo cristales de color entre la luz y el agua, que cae en raudales del color del cristal, y echa al cielo encendido sus florones de chispas.

Y así llegaron los cuatro ciegos al palacio del rajá, que era por fuera como un castillo, y por dentro como una caja de piedras preciosas, lleno todo de cojines y de colgaduras, y el techo bordado, y las paredes con florones de esmeraldas y zafiros, y las sillas de marfil, y el trono del rajá de marfil y de oro. «Venimos, señor rajá, a que nos deje ver con nuestras manos, que son los ojos de los pobres ciegos, cómo es de figura un elefante manso.» «Los ciegos son santos», dijo el rajá, «los hombres que desean saber son santos: los hombres deben aprenderlo todo por mismos, y no creer sin preguntar, ni hablar sin entender, ni pensar como esclavos lo que les mandan pensar otros: vayan los cuatro ciegos a ver con sus manos el elefante mansoEcharon a correr los cuatro, como si les hubiera vuelto de repente la vista: uno cayó de nariz sobre las gradas del trono del rajá: otro dio tan recio contra la pared que se cayó sentado, viendo si se le había ido en el coscorrón algún retazo de cabeza: los otros dos, con los brazos abiertos, se quedaron de repente abrazados.

Esparcidas por diversos parajes del campo veíanse algunas mesas vestidas de lienzo blanco y atestadas de ciertos confites peculiares de la fiesta, como mazapanes, amargos, florones, madamitas, crucetas que se llevaban los ojos de los niños y los cuartos de las madres.

Y el menor respondió: No otro sino que corro como una liebre, y salto como un gamo, y corto de tijera muy delicadamente. Todo eso es muy bueno, útil y provechoso dijo el grande ; porque habrá sacristán que le a vuesa merced la ofrenda de Todos Santos porque para el Jueves Santo le corte florones de papel para el monumento.

Tapices de Flandes cubrían las paredes, una gruesa alfombra el pavimento; del techo, renegrido ya, pero majestuoso, uno de esos techos de madera del gusto del Renacimiento, de enorme relieve, con profundos casetones magistralmente tallados con florones, grecas, hojas, frutas y caprichos admirables, pendía una araña de cristal cargada de bujías de cera encendidas.

En la mayor parte han desaparecido los nervios de las bóvedas, los capiteles y repisas de donde partian, los nudos y florones en que remataban; las arcadas de las naves llevan encima ridículos cornisamentos, los esbeltos pilares de piedra estan sepultados en la pesada masa de cal y canto que sostiene los modernos arcos de medio punto, y estos arcos suelen estar flanqueados de pilastras romanas de risibles proporciones.

Su bóveda es de cañon, atravesada por cuatro grandes lunetos, entre los que se ven cariátides pareadas que la sostienen. Adornan su parte central en toda su longitud estátuas de santos colocadas en recuadros de estuco, con florones y otros adornos en los intermedios.